Todas las razones para apoyar a Proyecto Sur, por Fernando "Pino" Solanas.
POR QUÉ VOTAR A PROYECTO SUR
Muchos ciudadanos aún no han definido su voto o piensan votar a Cristina Kirchner, porque temen perder las mejoras alcanzadas o no creen en la posibilidad de construir un proyecto capaz de garantizar la soberanía nacional y revertir la pobreza, la precarización laboral y el desempleo: el modelo kirchnerista no lo ha logrado, a pesar de ocho años de crecimiento económico a tasas sin precedentes. Algo similar sucedió en 1995 cuando Carlos Menem obtuvo el 50% de los votos para su reelección, incluso con el apoyo de aquéllos que conocían la magnitud de la corrupción en su gobierno. Una parte significativa de los argentinos prefirieron no escuchar las críticas al modelo neoliberal, a las privatizaciones y a la Convertibilidad, que estaban hundiendo al país. La confusión generada permitió hacer creer que el remate del patrimonio público; del petróleo y el gas; de los teléfonos; que la destrucción de los ferrocarriles o la flota mercante del Estado, eran una conquista. Existía un fuerte temor al cambio, a perder la supuesta estabilidad de la moneda y la vida dolarizada; primaban la resignación y el posibilismo; pero entre la resignación y el posibilismo el país se dirigía en un alegre galope hacia la catástrofe del 2001.
Al igual que ahora, muchos pensaban que la Convertibilidad era un modelo invencible y no había nada mejor; además, que en los siguientes años estaríamos todavía mejor. Pocos nos tomaron en cuenta cuando planteabamos un duro cuestionamiento a las privatizaciones, a la Convertibilidad y al modelo neoliberal: nuestra fuerza política obtuvo en las elecciones del 95 un magro 0.5%. Hoy nuevamente se está eludiendo el debate sobre los problemas de fondo del país -que nos legó el menemato- en la creencia de que todo está bien y las estadísticas del INDEC nos dicen la verdad. Por el contrario, Proyecto Sur viene planteando que no hay solución para el 30% de habitantes en situación de pobreza, para el 15% de indigentes o los 700.000 chicos desnutridos; que no existe voluntad política para pagar el 82% móvil a los jubilados o superar la situación del 75% de los jóvenes que están trabajando en negro, precarizados o desocupados, ni para garantizar becas de estudio al 50% de adolescentes y jóvenes entre 13 y 18 años que no han ingresado o han desertado del secundario.
Ante esta crítica situación social -que sin duda ha mejorado frente a la crisis del 2001-2002, pero está lejos de haber alcanzado los niveles de bienestar que merecen quienes habitan estas tierras- Proyecto Sur afirma y demuestra que es posible y necesario alcanzar esos objetivos y para ello propone: la recuperación de nuestros bienes y recursos estratégicos –entre otros, petróleo, minería, comercio de granos– que fueran vilmente entregados a manos de corporaciones transnacionales; una reforma impositiva destinada a recuperar las rentas extraordinarias; la auditoría de la deuda originada en la dictadura y la reforma de la justicia federal para enfrentar los negociados gubernamentales y los delitos del narcotráfico, la trata de personas y el crimen organizado. Con estas medidas será posible obtener una masa de capitales suficiente para erradicar las críticas necesidades sociales y reconstruir industrias públicas de base, que son generadoras de empleo estable y dinamizan nuevas áreas industriales. Proponemos restituir el tren a las provincias, reconstruir la flota marítima y fluvial, la industria aeronáutica, petrolera y de comunicaciones, con desarrollo científico-tecnológico desde una perspectiva autónoma.
JUSTICIALISMO Y KIRCHNERISMO
El kirchnerismo, duela o disguste, presenta demasiados rasgos de continuidad con el justicialismo de los 90, a pesar de haber tomado medidas progresistas, de presentarse como tal e incluso de haber establecido importantes lazos de alianza con los gobiernos más progresistas del continente; pero su política económica de fondo ha sido incapaz de cambiar los ejes esenciales del modelo neoliberal implantado por el menemismo. El modelo kirchnerista seduce con un discurso y aún con medidas de superficie, pero por abajo continúa con las mismas políticas de entrega de los bienes y recursos estratégicos mientras las multinacionales siguen manejando el comercio exterior de granos con sus puertos privatizados y el sistema bancario. ¿Es casual que en ocho años de gobierno no se hayan derogado las leyes más emblemáticas de Menem, habiendo tenido durante la mayor proporción de ese tiempo una contundente mayoría parlamentaria? Recordemos algunas de esas leyes: la Reforma del Estado; la desregulación energética; el reaccionario sistema impositivo del IVA; las concesiones ferroviarias, viales, portuarias y petroleras; la privatización del comercio exterior de granos; la baja al 50% de los aportes patronales de las grandes corporaciones; la antinacional legislación minera promovida por Gioja y Menem; la ley bancaria y financiera de Martínez de Hoz que viene desde la dictadura.
Debe reconocerse que el talento de Néstor y Cristina Kirchner fue aggiornar el justicialismo de los 90´ y vestirlo de progresista, impulsando medidas y reclamos planteados por décadas de luchas - entre otros, la Corte Suprema, los Derechos Humanos, la ley de medios, el Ingreso Universal por Hijo, la estatización de las AFJP- pero no se mostraron dispuestos a modificar los aspectos esenciales del modelo neocolonial del menemato, basado en un esquema extractivista agro-minero-exportador: un modelo que tiende a profundizarse por el carácter de las relaciones establecidas con China e impide trazar los ejes de un proyecto alternativo y emancipador, como respuesta a los desafíos planteados por una crisis de época a nivel mundial. No obstante, todo indica que en las próximas elecciones el kirchnerismo va a recibir un contundente apoyo por parte de los ciudadanos, mientras los partidos políticos de la oposición sufrirán una dura derrota.
Sin duda, se conjugan en este apoyo distintos factores. Por una parte, el temor ante el cambio de una sociedad que fuera sometida a sucesivas experiencias traumáticas, cuyas secuelas aún no se han superado: el terror de la dictadura genocida; el trauma de la Guerra de Malvinas; la hiperinflación de 1989; la destrucción de los derechos sociales y el bienestar, junto a una entrega vil del patrimonio nacional que impulsara el menemismo con el aval de los ahora oficialistas; la traición de las expectativas creadas por la Alianza y la debacle del 2001/2002. A ello se suman políticas clientelares llevadas al límite, con subsidios a organizaciones sociales que agreden la dignidad, por condicionarlos a su apoyo a la gestión oficialista; la contratación y diversas prebendas de las mieles del poder otorgadas a miles de militantes, periodistas, intelectuales y profesionales, que legitiman el relato del discurso kirchnerista difundido por un exitoso modelo comunicacional y una abrumadora prédica publicitaria, anulando la memoria y la conciencia crítica de una mayoría de los argentinos.
Sin embargo, el precio de esa euforia y exitismo es el silencio cómplice acerca de las facetas y los protagonistas oscuros, cuyo poder se acrecienta al calor del apoyo al modelo K. ¿Es posible esperar la construcción de un proyecto emancipador en manos de funcionarios llamados Guillermo Moreno, Aníbal Fernández, Carlos Tomada o Amado Boudou, como antes lo fueran el procesado Ricardo Jaime y el recaudador de campaña Héctor Capaccioli; con aliados del tipo José Pedraza, Juan José Zanola o Sergio Schoklender; con el respaldo de gobernadores al estilo Gildo Insfrán, Juan Manuel Urtubey, José Luis Gioja, Carlos Soria, Maurice Closs; José Alperovich o Beder Herera y hasta de Carlos Menem, otra vez candidato a senador acompañado en las listas del oficialismo por los barones del conurbano: Ishii, Otahechee, Granados, y otros? Es también el silencio cómplice ante negocios o negociados de los amigos Franco Macri, Eskenazi, Eurnekián, Cristóbal López, Carlos Bulgheroni, Lázaro Baéz, Electroingeniería y las grandes constructoras ligadas con De Vido.
La complicidad incluye hacer ojos ciegos ante las nuevas entregas de tierras a chinos y árabes sauditas; ante la impunidad depredadora de la Barrick Gold o Minera La Alumbrera –también accionistas de las petroleras inglesas que operan en Malvinas- y los nuevos emprendimientos previstos de minería a cielo abierto alentados por el actual gobierno; es ignorar la devastación de la pesca en el Atlántico debido a las concesiones a las trasnacionales pesqueras; es aceptar la continuidad del saqueo del petróleo y el gas; es avalar el despojo de territorios a las comunidades aborígenes para continuar aniquilando los bosques nativos; es callar ante una justicia sometida al gobierno que absolvió a Menem y sus 17 cómplices en la causa más grave de estos tiempos - contrabando de armas y voladura de la fábrica de armas de Rio Tercero- y ha procesado al dirigente ferroviario Pollo Sobrero sin causa y condenado a la militante Vilma Ripoll por solidarizarse con la lucha de los trabajadores de Kraft, que anuncian la próxima criminalización de la protesta social. No puede olvidarse que el modelo K que se pretende profundizar conforma un paquete integral donde, junto a las facetas progresistas, se incluyen aspectos y personajes oscuros a los que el triunfo electoral habrá de legitimar y fortalecer más.
¿UN NUEVO PROGRESISMO?
Hoy estamos ante la mayor crisis económica del capitalismo internacional. Todas las promesas del “único camino” se hicieron añicos y ha quedado al desnudo la estafa de la globalización financiera y de un sistema bancario que despojó a millones de personas como lo hicieran hace diez años en nuestro país. A semejanza de los noventa, frente al pejotismo y la crisis de los partidos políticos vuelve a emerger la alternativa del progresismo: cada uno se presenta con distintos ropajes y variantes, pero coinciden en no cuestionar la entrega de nuestros recursos y el modelo agro-minero-exportador legado por Menem. En 1997 la esperanza sería esa ALIANZA que prometía enfrentar la corrupción y corregir las desviaciones del neoliberalismo. Temerosos de asustar al establishment, De la Rúa y Álvarez reorientaron su discurso y se corrieron desde el centro izquierda al centro derecha. La conducción recayó en el ala conservadora del radicalismo, llamaron a Cavallo como salvador y todo terminó en la catástrofe del 2001 que habíamos anunciado.
Hoy el radicalismo esta en descomposición y el Frente Amplio Progresista surge como la nueva opción del progresismo. Muchos amigos y compañeros creen que Proyecto Sur y el FAP son más o menos lo mismo. No es de extrañar, ya que trabajamos para confluir en un gran frente político uniendo las fuerzas del centroizquierda con los sectores sociales y del centroizquierda en torno a las Cinco Causas fundantes de Proyecto Sur. Pero la construcción de ese frente no llegó a concretarse, porque nunca fue posible acordar con el Partido Socialista y el Gen, con el objetivo de establecer un programa común y reglas que permitieran resolver en internas democráticas las diferencias entre las distintas corrientes del frente. ¿Podíamos volver a repetir los errores de la frustrada experiencia progresista del pasado, que terminaría en traiciones como las del Frente Grande y la Alianza? ¿Podíamos sumarnos a una nueva construcción sin el compromiso público de un acuerdo programático y sin reglas internas democráticas? ¿Podíamos retroceder hacia las políticas socialdemocráticas de los socialistas y radicales del Frente Progresista de Santa Fé?
Las condiciones que pretendieron imponernos fueron inaceptables y se frustró la expectativa creada. Sorprendiendo a todos, el Frente había sido inscripto solo por el Partido Socialista y el Gen en vez de hacerlo con todas las fuerzas políticas del espacio, como lo hicieramos en la Ciudad de Buenos Aires; Proyecto Sur quedaba como adherente, sin apoderado y sin los derechos de miembro fundante. Bajo toda evidencia, no estaban dispuestos a construir una propuesta unitaria de carácter emancipatorio:
su propuesta programática afianzo los contenidos socialdemocráticos, evitando confrontar con los grupos de poder: no plantean la recuperación de los recursos estratégicos con sus rentas extraordinarias; no aceptan auditar la deuda fraudulenta; tampoco contemplan la defensa del medio ambiente y la lucha contra la contaminación del cianuro minero o el glifosato -elogiando el boom de la sojización- y no plantean el control público de las grandes exportadoras de granos y los puertos privatizados.
En el Frente Progresista conviven muchos compañeros que acompañaron las propuestas de Proyecto Sur, con una conducción que está más cerca de legitimar las leyes de fondo del modelo en curso, que los ideales de cambio de sus bases. Parece imponerse el compromiso del Acuerdo de Gobernabilidad firmado el 17 de diciembre del 2010 por Hermes Binner -Partido Socialista-, Margarita Stolbizer ,-GEN-, Mauricio Macri y Federico Pinedo –PRO-; Ricardo Alfonsín, Rodolfo Terragno y Oscar Aguad –UCR-; Eduardo Duhalde -PJ Disidente- y María E. Estenssoro por la Coalición Cívica, basasa en la propuesta formulada en el Acuerdo del Bicentenario por Eduardo Duhalde y Rodolfo Terragno. En síntesis, se trata de garantizar la continuidad de los pilares esenciales del modelo que el neoliberalismo impuso en Argentina, con ciertos retoques o maquillajes. Las elecciones alimentan oportunismos y contradicciones, y lamentamos que algunos compañeros de Proyecto Sur cometieran el error de ser partícipes de esta nueva alianza socialdemocrática. No perdemos la esperanza. El país requiere y exige grandeza para conformar la unidad de un vasto movimiento emancipatorio donde todos encuentren su lugar.
RAZONES PARA APOYAR A PROYECTO SUR
¿Por qué apoyar Proyecto Sur? Porque lleva al debate político nacional un conjunto de Causas que ninguna otra fuerza considera prioritarias: recuperación del petróleo y los bienes y recursos naturales; defensa del agua y el medio ambiente; prohibición de la megaminería y modificación de la legislación minera de Menem; reconstrucción del sistema ferroviario, industrias de defensa, naval y aeronáutica; auditoría y no pago de la deuda ilegítima; reforma tributaria y recuperación de rentas extraordinarias a fin de acabar con la indigencia y la desnutrición; reposición del 100% de los aportes patronales para pagar el 82% móvil a los jubilados; reforma de la Justicia Federal y lucha contra el delito organizado, la trata de personas y el narcotráfico, como modo de enfrentar la inseguridad; recuperación de las Islas Malvinas y defensa del Atlántico Sur; derechos sociales plenos para el 100% de los trabajadores y Consejo del Salario; democratización del INDEC y tribunales para la defensa del consumidor; derechos de la juventud y la mujer .
En un país donde la traición al mandato del voto se ha hecho norma y el oportunismo de los dirigentes borra sus promesas y les permite saltar de una fuerza a otra, la coherencia en las conductas y la lealtad a los postulados que se formulan, es un valor fundamental para la credibilidad de una fuerza política y la ética pública. Proyecto Sur viene manteniendo desde hace cuatro años las Cinco Causas de su propuesta emancipadora. Entre ellas, la Causa por la Democratización de la Democracia tiene como objetivo transparentar las instituciones, acercarlas al pueblo, promover una democracia participativa y una reforma política y sindical que asegure la libre agremiación y la revocatoria de mandatos.
Convocando a la unidad y solidaridad latinoamericana para acelerar la construcción de las instituciones de UNASUD y enfrentar la expansión del nuevo colonialismo, con su geopolítica de apropiación de nuestros recursos estratégicos; porque las potencias del Norte y China, asociadas a los viejos y nuevos grupos empresarios, están manejando los bienes y riquezas de las naciones de América Latina.
POR ESTAS RAZONES Y PORQUE NUESTROS CANDIDATOS PUEDEN PASAR TODAS LAS PRUEBAS DE LOS ARCHIVOS, DADA SU TRAYECTORIA ETICA Y TRANSPARENTE, CONVOCAMOS A APOYAR A PROYECTO SUR.
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