El Tribunal Oral Federal 5 dicto condena contra 12 genocidas por crímenes de lesa humanidad.
La condena a cadena perpetua dictada por el Tribunal Oral Federal número 5 para doce represores que cometieron crímenes de lesa humanidad en la ESMA pone fin a la impunidad que durante largos años se instaló en la Argentina.
Los marinos Alfredo Astiz, Jorge "El Tigre" Acosta y otros 10 represores fueron condenados a prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Las condenas fueron dictadas por el Tribunal Oral Federal 5 por el secuestro, desaparición y robo de bienes del periodista Rodolfo Walsh y los crímenes de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, y las tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, además de otros 81 casos.
El tribunal también condenó a 25 años de prisión al policía Juan Carlos Fortea y al marino Manuel García Tallada; a 20 años al marino Carlos Capdevilla y a 18 años al prefecto Juan Antonio Azic por los delitos de privación ilegal de la libertad agravada y aplicación de tormentos agravados.
En tanto, fueron absueltos los marinos Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco, pero seguirán presos porque están procesados en otras causas también vinculadas a la ESMA.
Junto a Astiz y Acosta fueron condenados a perpetua los marinos Ricardo Cavallo, Antonia Pernías, Adolfo Donda Tígel, Alberto González, Raúl Scheller, Oscar Montes y Jorge Radice; el mayor del Ejército Julio Coronel, el capitán Néstor Savio y el policía Ernesto Weber.
La sentencia de los jueces tiene una vital importancia porque a los genocidas se los condena por el homicidio de las 12 personas de la iglesia Santa Cruz, por el homicidio de Rodolfo Walsh y por privación de la libertad y tormentos en 85 casos. Pero también añade otros elementos clave: se abre la investigación tomando a los delitos sexuales como delitos de lesa humanidad y los de robo de bebés que se produjo en la ESMA.
También tendrá trascendencia en el exterior el fallo, que invita una vez más a la relectura de los tratados internacionales, a raíz de la sugerencia para que a través de las vías que correspondan se incluya "la persecución política como causal de genocidio".
La ESMA fue el centro clandestino de detención más grande de la dictadura, por el que se prevé pasaron más de cinco mil personas, que funcionó en un predio del barrio de Núñez y donde había una maternidad clandestina.
Después de dos años de juicio, quedó de manifiesto que en la ESMA no hubo límites y el veredicto marca la magnitud de la pena que le corresponden a esos crímenes en una sociedad democrática.
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