Las declaraciones del Jefe de Gabinete no aportan soluciones a conflictos sociales prioritarios.
Aníbal Fernández continúa demostrando sus inconsistencias a la hora de mediar en conflictos sociales. Sus dichos y acciones dejaron expuesto al Gobierno, sin poder materializar una política que pueda terminar con la inseguridad y que contenga, a nivel social, la pobre gestión macrista. “Ningún juez dijo que ocupar predios fuera un delito”, manifestó Fernández, y luego, víctima de su propia verborragia, anunció que “la gente debe saber que los que ocupen parques perderán su plan de trabajo”. ¿El resultado? Efectivos de la Policía Federal y de la Metropolitana terminaron desalojando violentamente a los vecinos que se encontraban ocupando el Parque Indoamericano en reclamo por una vivienda digna.
El pasado martes 7 de diciembre, la toma de lugares públicos se convirtió en el eje de un conflicto, donde las víctimas fatales se transformaron, lamentablemente, en la moneda de cambio, del mal desempeño de ambos gobiernos (nacional y porteño). La incapacidad del Jefe de Gabinete para mantener un discurso coherente fue sobrepasada por la realidad. Primero, se mostraba reacio a enviar a la Policía Federal a la zona; y horas más tarde, Gendarmería y Prefectura cercaban el parque. Palabras y acciones que sacaron a la luz, la única realidad: la imposibilidad del gobierno nacional de brindar a los vecinos seguridad y garantizar sus derechos humanos.
El saldo de estas idas y vueltas fueron varios muertos y una decena de heridos, la ausencia de políticas sociales que puedan garantizar las más elementales condiciones para una vida digna y el fantasma de una represión donde los responsables materiales e intelectuales se esconden, entorpeciendo el desarrollo social y la ética pública.
En esta ambigüedad de posturas, tanto el macrismo como el kirchnerismo, se olvidaron de lo fundamental. Por un lado, la necesidad de una gestión oficial que garantice la integridad física de las personas que protagonizan estos hechos tan graves como los vividos. Y por otro, la poca voluntad que muestra el gobierno de la ciudad en tratar la problemática habitacional. En ambos casos, el problema es social, y la solución del conflicto debe darse por medio del consenso y el diálogo; y no, por las incongruentes declaraciones y acciones de ambas partes.
POR admin