Por Alberto Sanchéz (Asesor de Proyecto Sur, IPPS). Compartimos la opinión del asesor de Proyector Sur sobre el levantamiento del cepo cambiario.
El modelo económico de Macri puede terminar en un capitalismo para la clase alta
El Ministro Alfonso Prat-Gay anunció la unificación del mercado cambiario (tipo de cambio único), a través de una devaluación que estaría entre el 45/50%, es decir, un dólar que rondaría entre $14,25 y $14,50.
El respaldo en divisas para evitar una corrida cambiaria el Ministro la estimó entre 15 y 25 mil millones de dólares en 4 semanas. Los dólares llegan por el aporte de los exportadores de granos, préstamo contra bono de los bancos extranjeros, préstamos de grupos económicos argentinos y la conversión a dólares de una parte del swap con China.
El gobierno de Macri apuesta a un cambio de expectativas en todos los sectores económicos y sociales que promueva un shock de inversión y el crecimiento de la economía.
Las consecuencias negativas serían el aumento de la inflación y el empeoramiento de los indicadores sociales.
Esta devaluación de un 45/50% va impactar negativamente en los trabajadores asalariados de ingresos fijos, particularmente del sector informal con menor poder de presión. En algunos casos el gobierno podrá tomar recaudos: a través de un incremento extraordinario de los ingresos de la AU por hijo y de los haberes de los jubilados y pensionados. En otros será el mercado a través de las paritarias (sin techo). Se piensan medidas como retrotraer los precios al 30 de noviembre, mantener los precios cuidados y el ahora 12 y el lanzamiento de una canasta navideña de $54.
La política cambiaria o la devaluación del peso por si sola y sin la aplicación simultánea de una serie de medidas de política económica y social -en el marco de un Proyecto Nacional- no resuelve los problemas. La Argentina tuvo diferentes políticas cambiarias durante el siglo xx y ninguna resolvió los problemas de los trabajadores que vieron caer su participación en el Ingreso Nacional.
La experiencia histórica enseña que la devaluación por sí sola o el tipo de cambio nominal no es necesariamente “competitivo” en el mediano plazo y lo que hace sustentable a un tipo de cambio es la productividad media de la economía en su conjunto. Eso nos lleva a otro tema ligado al modelo y es si hablamos de productividad del capital (incorporación de progreso técnico o tecnología) y del trabajo (con salarios altos) o productividad sólo del trabajo (con salarios bajos).
Esto nos conduce a los actores y al papel de la burguesía nacional y de las transnacionales en el modelo. Hoy hablamos de incorporar valor agregado (tecnología) a nuestros productos primarios agropecuarios, mientras que en la década del noventa se extranjerizó la agroindustria y durante la primera y segunda década K -capitalismo de amigos o lumpencapitalismo- del siglo XXI las principales empresas alimentarias e industriales pasaron a manos del capital brasilero y chino.
Lo que muestra la realidad de los últimos años es la falta de una burguesía nacional y de un Estado Nacional que defienda esos intereses.
El modelo de Cambiemos puede terminar en un capitalismo excluyente que funcione sólo para los sectores de medianos altos y de altos ingresos. Ese modelo será liderado y hegemonizado por el capital extranjero. Por su parte, la burguesía nacional decide –en ese esquema- ocupar un lugar subordinado y dependiente. Los trabajadores quedan -en su mayor parte- fuera del modelo excluyente con bajos salarios y poco empleo.
Nuestro modelo de capitalismo nacional moderno y democrático deberá diseñar e implementar una alianza entre la burguesía nacional y los trabajadores que subordine al capital extranjero para gradualmente renacionalizar las cadenas productivas industriales y de servicios.
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