Por César Lerena (Asesor de Proyecto Sur). Sobre la importancia de recuperar nuestra soberanía en las islas Malvinas.
Cuando hace nueve años publicaba “Malvinas. Biografía de la Entrega”, algunos amigos de confianza me decían “para qué Malvinas, si las recuperásemos, caerían al abandono como tantos pueblos del continente”. Yo trataba de explicarles su importancia, dejando de lado las cuestiones de reivindicación soberana que habitualmente nos mueven y, mostrarles Malvinas es forma más prosaica. Les recordaba, que las Islas fueron ocupadas en forma prepotente por los ingleses el 3 de enero de 1833 y que pocos meses después el 10 de septiembre se fundaba La Quiaca (Jujuy). Ambas, La Quiaca y Malvinas se encuentran a 1.800 km de Buenos Aires. Mientras la primera, en la colonia, era la puerta de entrada norte al Virreinato; Malvinas es un punto estratégico de proyección a la Antártida y del corredor bioceánico atlántico-pacífico. Tanto La Quiaca como Malvinas tienen un paisaje desértico y un clima riguroso, pero, mientras que el ingreso per cápita de los pobladores de la primera asciende a unos 2 mil dólares/año, el de los habitantes de Malvinas asciende a 100,7 mil/año, como producto de la pesca (39,4%), hidrocarburos (20,6%), administración y defensa (11,6%), servicios (11,2%) y otras actividades (17,2%), muy por encima del PBI per cápita de la ciudad autónoma de Buenos Aires, de 24 mil y, solo por debajo de Qatar y Luxemburgo.
Es el lugar de Argentina que más desarrollo tuvo en los últimos cuarenta años. Tiene una población de 3.200 habitantes y solo un desempleo del 1%. El PBI de Malvinas de 8 millones de dólares en 1985 pasó a 300 millones en 2015 y aumentó un 48,6% entre 2007 y 2015. Ningún territorio nacional debería descartarse, pero, seguramente no sería Malvinas, si el análisis fuese solo económico.
Las Malvinas, están ubicadas en el Atlántico Sudoccidental a solo 356,4 km de la Isla de los Estados y 592 km de Río Grande, es decir bastante menos distancia de la que hay que recorrer entre muchos pueblos de Argentina, en la larga geografía de nuestro país.
La superficie continental de Argentina asciende a los 2.791.810 Km2; el continente antártico a 965.597 km2; el territorio marítimo argentino dentro de las 200 millas marinas alcanza los 3.146.345 km2, dentro del cual, están las Islas Malvinas (11.410 km2), las Georgias del Sur (3.850km2) Sándwich del Sur (310 km2), las islas Shetland del S. (3.687 Km2) y las Islas Orcadas del S. (750 Km2). Más allá de las 200 millas marinas la plataforma continental argentina asciende a los 1.784.000 km2 y la parte correspondiente de los 20.237.000 Km2 del Océano Antártico u Océano Austral. Por otra parte, el Reino Unido tiene invadido por la fuerza 1.639.900 km2 del territorio marítimo argentino y, la Argentina comparte con Uruguay el Río de la Plata (30.212 km2) y una Zona Común de Pesca acordada en las Z.E.E. de ambos países en 1973.
El Atlantico Sur, es, sin dudas, un amplio territorio, que el Estado Nacional debiera declarar “Patrimonio Sociocultural, Económico, Energético, Alimenticio y Ambiental de los argentinos” y, trabajar para empoderarnos en procura de explotar racionalmente estos espacios de reserva y gran potencial, fundado en el desarrollo territorial, poblacional e industrial y la generación de trabajo que, sus recursos y la navegación, han permitido a todo el litoral continental marítimo; las gestas de defensa nacional ocurridas en esos ámbitos y, la necesidad de preservar los recursos y libre de toda contaminación el mar para las generaciones venideras.
La estimación del potencial económico del Mar Argentino, según el informe técnico Nº 10 elaborado por los investigadores Gustavo Baruj y Sergio Drucaroff del Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI), desarrollado para el período 2016-2035, arroja, en un escenario medio, los siguientes resultados:
- Potencial económico (PE): 669.598 millones de dólares.
- Puestos de trabajo directo prospectado (PTDP): 568.751 empleos (a).
- Generación de divisas (GD): 3.964.091 millones de dólares.
Estos datos resultarían de las siguientes actividades 2016-2035 vinculadas al Mar Argentino:
- Petróleo y gas: PE: 218.596 M de U$S; PTDP: 3.960 empleos; GD: 261.092 M de U$S.
- Energía Oceánica: PE: 11.964 M de U$S; PTDP: 7.875 empleos; GD: 5.971 M de U$S.
- Pesca marítima: PE: 35.749 M de U$S; PTDP: 67.182 empleos (b); GD: 21.449 M de U$S.
- Acuicultura: PE: 307.118 M de U$S; PTDP: 293.544 empleos; GD: 307.118 M de U$S.
- Turismo: PE: 53.055 M de U$S; PTDP: 192.692 empleos; GD: 5.421 M de U$S.
- Industria Naval: PE: 3.200 M de U$S; PTDP: 4.000 empleos; GD: 1.400 M de U$S.
Nota: Minerales, microalgas y algas no se ponderaron y no se incluyó el efecto multiplicador que estas actividades tendrían sobre el resto de la economía.
(a) y (b) Este autor ajustó estos números en función de la habilitación de toda la pesca en el atlántico sur, el agregado de valor y el aumento del consumo interno.
Por cierto, que para llegar a estos números se requieren una serie de acciones, entre las que se encuentran visibilizar la temática en la población, en los gobernantes y en los referentes internacionales. Es necesario profundizar los estudios, la investigación y los relevamientos sobre los productos, áreas seleccionadas y los mercados; desarrollar el proyecto productivo y sustentable económico, social y ambiental; interesar a los actores productivos, operadores y proveedores de tecnología y equipamiento; legislar el marco normativo para promover las inversiones en materia productiva, de infraestructura, fabricación naval, logística y vinculación con el continente; perfeccionar a los profesionales, investigadores y técnicos del ámbito público y privado, etc.
El Atlántico Sur es imprescindible para regular el ambiente y clima continental.
Es un importantísimo proveedor de proteínas y con los actuales descartes al mar de especies pesqueras se podría proveer tres millones de raciones diarias destinadas a la alimentación social y la reducción de la pobreza. El desarrollo de la acuicultura acompañaría a la tendencia mundial donde la maricultura y la acuicultura ocupa no menos del 50% de la producción pesquera total; además, de ser un garante de la disponibilidad de este recurso a perpetuidad, frente a la depredación sostenida que viene sufriendo la explotación marítima. Chile solo en salmónidos de maricultura exporta 2,44 veces más del total de Argentina, ya que mientras en 2017 la Argentina exportó un total de 1.977 millones de dólares por la venta total de 474 mil toneladas de pescados, crustáceos y moluscos, a pesar de que en langostino alcanzó los 1.200 millones de dólares; Chile, solo con salmónidos (Salmón Atlántico, Coho y Trucha arcoíris), exportó 791 toneladas por un valor de 4.600 millones de dólares y, mejillones de acuicultura, por un valor de 210 millones de dólares; este último valor, superior al total de calamar o los pescados enteros argentinos exportados. En Latinoamérica, Brasil, Ecuador y México, han avanzado en la explotación en el cultivo de camarón, salmónidos, tilapia, mejillón y otros, mientras que la Argentina tiene poblaciones insignificantes, a pesar de que la FAO, considera a nuestro país con un gran potencial para la cría de lenguado, besugo, lisa, camarón, mejillones y salmónidos.
La industria naval pesquera presenta un gran desafió frente a la vetustez de los buques y no dará a abasto a poco que el gobierno establezca reglas claras e incentivos a la producción nacional. En la fabricación de buques mercantes y fluviales está todo para hacer, de modo que la Argentina ganaría, no solo los fletes, sino también los empleos que ha perdido, a consecuencia del desmantelamiento de la flota mercante nacional.
El Atlántico Sur, podría ser el ámbito adecuado para realizar todo el transporte patagónico con una importante reducción de costos, mejor mantenimiento de las rutas y menor contaminación ambiental.
De acuerdo las tendencias internacionales, el Mar Argentino está llamado a ser el gran proveedor de energía, derivada del petróleo, el gas y la energía oceánica. Al respecto, los investigadores Gustavo Baruj y Sergio Drucaroff nos indican que en las últimas décadas «más del 90% de los grandes descubrimientos de hidrocarburos en el mundo se dieron bajo las aguas de los mares. En 2007-2010, el 60% de los descubrimientos se hicieron en aguas profundas, el 30% a menos de 500 metros y el 10% restante fueron continentales. El offshore en aguas profundas sería el segundo tipo de explotación de hidrocarburos de mayor expansión en el período, detrás del no convencional».
La Argentina, sin duda, debe caminar aceleradamente para acercarse a sus pares de España o Alemania en materia de obtención y distribución de energías renovables. La energía marítima más costosa que la fotovoltaica, es una alternativa a través de la utilización de las mareas (energía mareomotriz), las olas (energía undimotriz) y el gradiente entre aguas frías y cálidas (mareotérmica).
Los minerales marinos y las algas no han sido debidamente analizadas ni explotadas, pero, los nódulos de Fe y Mn se producen mundialmente de modo que podrían estar disponibles en el Atlántico Sur y Antártico. Es probable también, la presencia cobre y níquel. Otro tanto ocurre con las algas marinas, destinadas a su uso en la industria alimenticia y farmacéutica.
Gran parte de las ciudades ribereñas están vinculadas al turismo y son muy importantes los recursos económicos que están localidades reciben a la par de sus actividades industriales o agropecuarias. Mar del Plata, es uno de los casos, con la que complementa las actividades de recreación con la industria pesquera, en la que se constituye el primer puerto nacional en volumen desembarcado. Son igualmente importantes desde el punto de vista turístico la playa “Las Grutas”, la península de Valdés con Puerto Pirámides, Puerto Madryn, Ushuaia, vinculada a través del canal de Beagle, las islas Malvinas y, la Antártida y otras ciudades.
Cuando la CONVEMAR denominó “Estados Ribereños” a los Estados que tienen mar en su territorio, cometió un error técnico o, tomó una decisión política marcando una división entre el territorio marítimo y el continental. Ello lleva a ver el mar como si fuera un terreno vecino a nuestro territorio y no es así, el mar es una parte indivisible de nuestra Nación.
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