En memoria y en agradecimiento a los combatientes de Malvinas el Movimiento, este 2 de abril queremos destacar lo que dice nuestra Constitución Nacional y que deja en evidencia que, desde hace mucho años y salvo honrosas excepciones, la política internacional ejercida por nuestro país no hace otra cosa que contradecirla: “la Argentina ratifica su […]
En memoria y en agradecimiento a los combatientes de Malvinas el Movimiento, este 2 de abril queremos destacar lo que dice nuestra Constitución Nacional y que deja en evidencia que, desde hace mucho años y salvo honrosas excepciones, la política internacional ejercida por nuestro país no hace otra cosa que contradecirla: “la Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas (…) y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional».
Defender Malvinas es defender los intereses, los espacios, los recursos, la cultura y el desarrollo de la Nación y de su pueblo.
Frente al silencio de muchos y a la incapacidad de proyectar una estrategia para salir de esta trampa de creer que todo está perdido con respecto a Malvinas o, lo cual es aún peor, ignoran cuál es la situación de ocupación extranjera del país, desde el Movimiento Político Social y Cultural Proyecto Sur realizamos algunas consideraciones.
Por respeto al sentimiento mayoritario de los argentinos; a los 649 muertos de la guerra de Malvinas y, a lo aprobado por los congresales en La Constitución de 1994, debemos mantener viva esta causa e insistir en algunas cuestiones.
Las Islas Malvinas fueron ocupadas en forma violenta por el Reino Unido en 1833, desalojando a los pobladores argentinos y a su gobierno legítimo; después que en 1825 firmaran un Tratado de Paz y Amistad con los argentinos. Y que no ha habido avances diplomáticos respecto a Malvinas desde 1965.
La Argentina tiene firmados algunos acuerdos con el Reino Unido. La anulación de los “Acuerdos de Madrid” - el llamado Pacto de Foradori-Duncan- y la derogación de los Acuerdos de Nueva York forman, con timidez y raras veces, parte de la agenda de la política internacional de nuestro país. Estos acuerdos son un camino de creciente pérdida de la soberanía nacional.
Ambos pactos no fueron aprobados por el Congreso de la Nación y, el Consejo Nacional que coordina, no comenzó todavía a elaborar estrategia alguna. Como señala el especialista en relaciones internacionales César Augusto Lerena “ entre sus integrantes hay desde promotores de la libre determinación de los isleños; ideólogos de los Acuerdos de Madrid, hasta activos participantes de la década del noventa”.
No es defender Malvinas, “remover todos los obstáculos que impiden el desarrollo de Malvinas”, como reza el Pacto Foradori-Duncan, que mantuvo el vuelo de Malvinas a Chile y agregó otro semanal desde las Islas a San Pablo, permitiendo el acceso a este importantísimo mercado mundial de las exportaciones de Malvinas derivadas de la pesca ilegal que el Reino Unido realiza en forma directa o a través de licencias pesqueras en esa área donde se capturan especies migratorias argentinas y, facilitar el intercambio de bienes, tripulaciones, insumos, alimentos, etc.
Sí los argentinos ponemos nuevamente en vigor la investigación conjunta de los recursos pesqueros en el Atlántico Sur (incluso por fuera del área bajo control británica), no hacemos otra cosa, que asegurarles a los británicos el otorgamiento de permisos de pesca a buques extranjeros (taiwaneses, coreanos, españoles y británicos), de los que dependen el 75% de la economía de las Islas. Llamar “avance bilateral” a las Declaraciones Conjuntas, comúnmente llamadas Acuerdos de Madrid I y II (1989/90), es desconocer las restricciones militares que se le impusieron a la Argentina en esos Acuerdos; el avance territorial que se les allanó al Reino Unido, ya que mientras en 1982 ocupaba 11.410 km2 y tres millas alrededor de las islas, hoy tiene invadido 1.639.000 km2 , un 52% de la Z.E.E. Argentina y, ha extraído 250 mil toneladas anuales de pescados y moluscos por un valor aproximado de 4.000 millones de U$S/año; es decir 156.000 millones de U$S desde 1982. Una “colaboración unilateral de Argentina” que nunca tuvo contrapartida británica y, sirvió para fortalecer la ocupación inglesa en Malvinas, con la consecuente pérdida de soberanía en las áreas meridionales del Atlántico Sudoccidental, de estratégico acceso a la Antártida y al Pacífico. La “Fórmula del Paraguas” mantiene congelada a la Argentina, limitada a declamar ante los foros internacionales frente al avance sostenido del Reino Unido. Estos Acuerdos se complementaron con el «Tratado de Promoción y Protección de Inversiones» firmado en Londres el 11/12/1990 y ratificado por la Ley 24.184; donde se estableció que los inversionistas británicos tendrían libre disponibilidad de sus bienes; se les acordaba una condición más favorable que a cualquier otro Estado; se los indemnizaría ante eventuales pérdidas; no se los podría expropiar o nacionalizar; se les garantizaba la trasferencia sin restricciones de sus inversiones y ganancias al país de origen; se sometería las controversias a los Tribunales Internacionales y al CIADI; pudiendo extenderse las disposiciones de este Tratado a Malvinas y otros territorios de Ultramar.
Agregado a todo ello, el entonces Canciller Domingo Cavallo acordó en 1990 la conservación conjunta (FOCZ) de 400 mil km2 al este de Malvinas y, la Comisión de Límites de la Plataforma que opera en la OMS en 2016 no recomendó la aprobación de 1,35 millones de los 1,7 millones de km2 reclamados por Argentina, por entender que se encontraban en disputa con el Reino Unido. El Congreso, por iniciativa de la Cancillería, aprobó por Ley 25.290 el 13/7/2000 el Acuerdo de Nueva York, que permitiría (de ser ratificado) la constitución de Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP) que pretenden intervenir en la administración de los recursos en el mar argentino, favoreciendo a los Estados de Bandera que pescan a distancia y, que, en el Atlántico Sudoccidental capturan 1 millón de toneladas anuales de recursos migratorios argentinos y, podrían dar lugar, a la pretendida intención del Reino Unido de considerarse un Estado ribereño en Malvinas. La colonización británica es tal, que parece que ningún gobierno, a costa de ser calificado “de cabotaje”, se anima a denunciar estos Tratados y, muy especialmente los de “Madrid”, aunque hayan transcurrido más de treinta años y los británicos incumplieran -incluso- con las Res. 31/49, la 1514/60, la 2065/65, entre otras, de las Naciones Unidas. Por el contrario, una serie de amanuenses siguen abrevándose en ellos, para hacer declaraciones y acuerdos que profundizan la dependencia nacional.
La Argentina firmó medidas de “cooperación” donde ponía todos los recursos científicos, pesqueros y petroleros, mientras que el Reino Unido ocupaba los espacios marítimos, insulares y explotaba los bienes argentinos.
La Argentina acordó medidas con los británicos como combatir a los “buques pesqueros sin licencias inglesas que pesquen el área de influencia de Malvinas”, de modo, que el gobierno ilegal en Malvinas pueda seguir otorgando licencias a buques extranjeros para capturar nuestros recursos migratorios.
En los 90, durante la Cancillería de Di Tella se iniciaron exploraciones hidrocarburíferas en el área de Malvinas sin autorización argentina y sin estudios medioambientales.
Los británicos por sí o a través de licencias otorgadas a buques de terceros países (españoles, taiwaneses, coreanos, etc.) extrajeron un promedio anual de 250 mil toneladas de calamares y peces desde 1982 a la fecha y, los buques pesqueros argentinos jamás tuvieron acceso al área ocupada por los británicos. Según las estadísticas del Departamento británico de Pesca en Malvinas.
Hay muchísimas razones para derogar o dejar sin efecto Acuerdos y Pactos y para intentar revertir una historia diplomática que deja mucho que desear. En especial los Acuerdos de Madrid que significaron una rendición incondicional de la Argentina con pretexto de generar un ámbito de confianza mutua que, los hechos demostraron, que el único que cumplió a raja tabla fue la Argentina, mientras el Reino Unido se apropiaba de espacios, recursos y militarizaba un área, violando los postulados de la “Zona de Protección y Paz del Atlántico Sur” que acordaron todos los países de África y América del Sur con Z.E.E. en el Atlántico Sur. Es muy probable y necesario que esta derogación, pueda dar lugar, a nuevos acuerdos que pongan fecha de vencimiento inmediato a la llamada “fórmula del paraguas” y promuevan nuevas acciones de interés cierto y efectivo para ambos países. Y ello, es otra prueba de improvisación. Ha habido una estratégica favorable al Reino Unido. Los británicos saben que, en este gran país, hay muchos recursos naturales para explotar y los argentinos parece que siguen sin darse cuenta de ello.
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