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La crisis educativa

El salario y el no inicio del ciclo lectivo son solamente una parte de la crisis educativa recurrente.

Laura García Vázquez, docente de la provincia de Buenos Aires.

A casi diez años del comienzo del ciclo kichnerista, propagandizado como exitoso por el crecimiento económico ininterrumpido, la postal actual ante el consumado no inicio de las clases refleja no sólo una crisis sino la consecuencia lógica de lo que no se ha venido construyendo en materia de educación.

Al día de hoy el ofrecimiento de la nación con respecto al salario docente es no sólo insuficiente sino también indigno, los montos irrisorios de las cuotas que se pretenden pagar en julio y diciembre, menos de $100 cada uno, son vergonzosos y casi inexplicables. El gobierno nacional no cumple sus compromisos y no aplica el presupuesto mínimo que él mismo estableció por ley, tampoco cumple con la construcción de las escuelas necesarias ni con garantizar las condiciones materiales básicas para que el derecho de aprender y enseñar pueda realizarse con dignidad, con alegría, con proyección hacia un futuro mejor, con verdadera igualdad. Esta falta de vocación y convicción por darle por darle a la educación el lugar que merece es inocultable en este momento.

Más allá de la nación, en la provincia de Buenos Aires, la más grande del país, al día de hoy no hay propuesta siquiera. Todos se equivocan en este punto, Scioli ahogado por una coparticipación que él mismo debería haber peleado desde que asumió como gobernador, y el gobierno nacional que cree que puede disimular su responsabilidad ocultándose detrás de sus propios gobernadores, cuando la realidad es otra. Todos pertenecen al mismo partido gobernante y eso constituye una certeza para todos los ciudadanos. Nación y provincia están unidos y organizados en esta lamentable situación que perjudica a los alumnos, los docentes y los padres, es decir, no priorizando un bien social de incalculable valor en el desarrollo de las personas.

Llama poderosamente la atención como es silenciada por la mayoría de los medios (los que están a favor y también los que están en contra del gobierno) esta delicada situación a horas

del comienzo formal del ciclo lectivo, no porque no figure en las noticias sino porque se relativiza tremendamente su gravedad. Al escribir estas líneas sabemos que no será el próximo lunes 25 de febrero que comiencen las clases, porque más allá de lo que decidan algunos dirigentes sindicales la mayoría del gremio docente va a parar por su propia dignidad y en defensa de la educación pública.

Hay mucho en juego en la resolución del conflicto en marcha

Como en todos los años, el comienzo de las clases pone en primer plano la cuestión salarial. Y en este punto debemos plantear con claridad que la deuda histórica hacia el trabajo del educador tampoco ha sido una prioridad del último período. Y también ver qué ha hecho cada uno en los últimos diez años, que constituye un período lo suficientemente largo como para visualizar claramente cuál es la tendencia: salarios insuficientes.

Por citar un pequeñísimo ejemplo, los docentes de la provincia de Buenos Aires no hemos logrado en este ciclo supuestamente favorable tener un sueldo completamente en blanco. Qué nos espera de ahora en más con una inflación indisimulable, sin propuesta de aumento, qué valor simbólico representa nuestro trabajo a partir del ingreso monetario?

Qué papel están desempeñando en este momento los dirigentes que conducen CTERA, que supo en otras épocas plantear con claridad la cuestión de la educación ante la sociedad entera, pero que al día de hoy sufre el deterioro de su credibilidad por haber cometido el error de aliarse con el gobierno, de confundir el apoyo que uno puede tener hacia una proyecto de gobierno o proyecto político con el deber de todo dirigente sindical de defender a sus compañeros, peor aún en este caso que el no hacerlo no perjudica al gremio entero sino también a los niños y niñas, adolescentes y adultos que no pueden acceder a una educación digna?. Esta última no depende solamente que haya o no clases ni tampoco del salario docente sino también y en igual importancia de las condiciones en que transcurre el proceso educativo para toda la comunidad.

Docentes sobrecargados por la obligada acumulación de horas no pueden enseñar de igual manera que si la jornada fuera de seis horas con cuatro frente a alumnos. Sin perder de vista que esto perjudica enormemente a los jóvenes docentes que deben ingresar al sistema para poder vivir dignamente de su trabajo. Esta situación, provocada de hecho desde el gobierno ocasiona el enfrentamiento real entre trabajadores de la educación a la hora de obtener los cargos.

Una vez más debemos trabajar por la unidad del gremio por encima de dirigentes y sindicatos, esta unidad exige de cada uno ser solidario, estar informado sobre la realidad nacional y contribuir a la organización desde perspectivas que puedan ver más allá de lo cercano, y de esta manera empezar a superar la fragmentación que conspira contra las soluciones de fondo en esta materia. Necesitamos de la unidad de los trabajadores de la educación, de los estudiantes, de los padres. Indudablemente es un tema de todos, imprescindible hacia el futuro.

Cada uno de los argentinos tiene un compromiso con las futuras generaciones en este sentido.

Y cada uno deberá hacerse responsable de las consecuencias de sus acciones y de sus omisiones.

El futuro, hacia una educación emancipadora

La educación es un derecho, por lo tanto no debe verse en los mismos términos que otras áreas en las que se desenvuelve el ser humano. Su producción no puede medirse por la rentabilidad, aunque muchos lo intenten, la ganancia es el crecimiento a través del conocimiento de la propia persona para poder aportar a una sociedad humana y solidaria.

Desde Proyecto Sur nos parece central plantear una cuestión que no es económica precisamente en este momento que la desigualdad castiga con más fuerza. Queremos que nuestros hijos y nietos puedan vivir en un país independiente y para llegar a emanciparnos necesitamos una educación que trabaje diariamente en ese sentido. Los trabajadores de la educación somos protagonistas de esto.

Por eso me permito incorporar una párrafo de nuestra propuesta programática:

"Una educación emancipadora requiere de enfoques reflexivos y críticos, donde todos los actores del proceso pedagógico sean partícipes activos del intercambio de saberes, con el fin de liberar a la educación de las influencias neoliberales y de los contenidos de las industrias culturales, que bombardean día a día desde los medios masivos con mensajes consumistas y valores que pretenden alimentar el coloniaje mental. En esta tarea habrán de incorporarse creativamente los aportes más significativos de la tradición pedagógica y de las experiencias latinoamericanas, entre quienes destacan los nombres de Simón Rodríguez, Paulo Freire, Darcy Ribeiro y tantos otros, sin excluir a las vertientes más creativas del área educacional." En definitiva trabajaremos por lograr el "Fortalecimiento de una conciencia crítica, democrática, con sentido nacional y latinoamericano democratizando los procesos de construcción curricular como una herramienta para la comprensión de las distintas realidades en sus aspectos naturales, sociales y culturales."

No hay futuro digno sin proyecto emancipatorio, y el aula es uno de los lugares desde dónde estamos empezando a construirlo.

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