En defensa de la democracia venezolana y por la continuidad de los procesos emancipatorios de toda Latinoamérica.
Es un compromiso para todos los latinoamericanos defender la paz y el legítimo gobierno de Nicolás Maduro en la República Bolivariana de Venezuela, a la vez que repudiar y condenar los hechos de violencia generados por la oposición encabezada por el ex candidato Henrique Capriles patrocinados a su vez por el Departamento de Estado norteamericano, que originaron ocho asesinatos de ciudadanos venezolanos partidarios del chavismo en un acto fascista con consecuencias irreparables.
Nicolás Maduro ganó por un margen pequeño, pero este resultado fue avalado por instituciones como el Centro Carter y por observadores de organismos internacionales de UNASUR y de la misma OEA, ya que el sistema de votación que se utiliza en venezuela es confiable y seguro y eso hace que la elección haya sido limpia y transparente. Por lo tanto, no reconocerlo como hace actualmente el gobierno de Estados Unidos, quedando como único país en el mundo con esa postura, no solamente es antidemocrático sino que raya en lo ridículo.
Todos los países, independientemente de su tamaño y poderío merecen igual respeto ante su autodeterminación para llevar adelante sus políticas sin recibir injerencias por parte de países extranjeros. Este respeto es una meta a alcanzar por la humanidad para que reine una paz verdadera sin guerras y con derechos humanos plenos para toda la humanidad.
En este marco no podemos dejar de observar que este atropello sobre la democracia y el pueblo de Venezuela tiene su origen en la no aceptación del proceso de la revolución bolivariana en la que Venezuela viene conquistando derechos para toda la población a través de la soberanía sobre sus bienes naturales y el trabajo en la integración de América Latina proponiendo a través del ALBA otra forma de relación entre los estados basada en la complementariedad económica y la cooperación entre los participantes y no en la competencia. De esta manera la Alianza Bolivariana viene encabezando la batalla cultural como organismo de integración con reglas más humanas y solidarias.
La integración autónoma de América latina y su total emancipación es un camino ineludible si queremos preservar nuestro futuro, y el de nuestros hijos y nietos y queremos preservar la paz en nuestra Patria Grande, a la vez que ser dueños de nuestros bienes naturales en nuestra batalla contra el sistema extractivo que sólo nos deja contaminación y enfermedad en nuestras poblaciones a cambio de nuestros recursos.
Compartiendo este camino expresamos nuestra máxima solidaridad con el pueblo, la democracia venezolana y su presidente Nicolás Maduro.
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