Contrariamente, el MST decide salirse del Movimiento Proyecto Sur con la excusa de que no acepta el acuerdo Pino-Carrió, y se dispone a emprender una nueva aventura con la UP de De Gennaro y Lozano.
Si no fuera por las lamentables declaraciones que Alejandro Bodart le regaló al pasquín propagandístico K (Página 12, del 09/05), este artículo hubiera ido más a tono con el que hace unos días escribiera Sergio García; otro dirigente del MST, al que me une un profundo respeto, a partir de la experiencia de campaña que compartimos activamente en el 2011. Como descuento que sus comentarios sobre el acuerdo Pino-Carrió los hizo a resguardo de sus mejores intenciones, no voy a hablar de falsedades, sino de equívocos; pero es evidente que el MST, por boca del legislador que tienen gracias a los votos de Pino, no va a ahorrar en descalificaciones de todo tipo para tratar de capturar algunos sufragios…
Equívoco 1: “El acuerdo con Carrió es un error político que debilita un proyecto”.
Si los principios que compartíamos, en el marco del Movimiento junto al PSA y El Acento, se basaban en nuestras cinco causas fundantes, no se puede afirmar que el proyecto se haya debilitado, ni mucho menos; ya que el frente con la Coalición Cívica-ARI no implica ninguna deserción de los objetivos que busca nuestro programa, ni de las políticas que venimos planteando desde hace diez años para concretarlos. Muy por el contrario, el discurso que enfáticamente ha sostenido Pino Solanas, tanto antes y después del acuerdo con Carrió (como el que tuvo lugar en ocasión del debate parlamentario sobre la reforma judicial K), muestra a las claras que la coherencia ideológica se mantiene inconmovible y que, además, ahora viene a ser compartida por las fuerzas que se han sumado al nuevo espacio político que se presentó el pasado 22 de abril.
Tan es así, que la ampliación del espectro social sobre el cual se disemina nuestra prédica, lejos de poner en riesgo las premisas de siempre, las robustece; ya que es una “verdad de Perogrullo” que a igual conjunto de proposiciones y mayor cantidad de escuchas, la situación -desde el punto de vista de la acumulación política- no empeora sino que mejora.
Lo cual nos lleva al problema de las representaciones preestablecidas:
a) ¿Existe un sector referenciado con Carrió que, en su gran mayoría, no comporta ninguna contradicción fundamental con el modelo de país que nosotros impulsamos, independientemente de la conjugación idiosincrática que define su subjetividad con relación al sentido común dominante?
b) ¿Si Carrió aparece junto a Pino y, es más, apoya su candidatura a Senador, eso habilita a que sus “representados” se predispongan mejor a escuchar las propuestas de éste y, por consiguiente, a coronarlas electoralmente?
La respuesta positiva a ambos interrogantes (gracias a los estudios de opinión pública con los que contamos), restando a aquellos que -de ambas veredas y sólo por ahora- son refractarios a verlos juntos; pero sumando a los que se entusiasman justamente por su asociación, nos llevan a la convicción de que la fórmula conjunta más que enrarecer, despeja, y más que debilitar, fortalece…
En tal caso conviene recordar, que la escisión endémica, salvo coyunturas muy puntuales, entre las diferentes fracciones y clases del campo popular es un fenómeno crucial de nuestra tragedia en el plano de la organización y la representación política. La falsa oposición entre las mismas ha servido invariablemente para el “divide et impera”; la mayor de las veces a partir de errores o insuficiencias de las propias fuerzas del campo nacional que han tenido la oportunidad de encauzar ese desmadre, y no tanto por los aciertos de los que siempre han buscado esa separación en función de sus intereses dominantes.
Que esto sea más difícil de comprender desde la ortodoxia marxista no es ninguna novedad, pero sigue siendo una desgracia; ya que sus importantes contribuciones teóricas al respecto del análisis del modo de producción capitalista, y sus efectos en la dimensión económico-social de la correlación de fuerzas, nunca han dejado de ser -paradojalmente- un fuerte impedimento para quienes las trasladan acríticamente a la esfera de lo específicamente político a la hora de resolver cómo, de qué modo, romper las cadenas de la inserción periférica de un país dependiente como el nuestro: la famosa “integración vertical” de las diferentes clases sociales del campo nacional y popular, que aconsejaba Don Arturo Jauretche, en función de un efectivo proceso de liberación.
Equívoco 2: “…un anticipo del costo político que tienen las alianzas basadas solamente en cálculos electorales”.
Si el mero cálculo fuera nuestra única estrategia y no sólo una parte de la dimensión táctica de la lucha política, puedo asegurar que Pino, otros referentes históricos y varios de los cuadros de dirección de este partido, hace ya mucho rato que hubiéramos quedado entreverados en los pliegues de la partidocracia. Para los integrantes de Proyecto Sur que venimos del Peronismo, en especial, han abundado las oportunidades de asimilación a la lógica del PJ; pero como lo han demostrado décadas de militancia en el llano y de resistencia a las distintas variantes del modelo neocolonial que a esa “corporación” ha gerenciado, nada más lejos de la verdad de que el electoralismo guíe nuestro accionar. Ahí está la prueba del atentado a Pino y otras tantas persecuciones y operaciones que desde el aparato y los dispositivos gubernamentales que controla el pejotismo (hoy en su versión K) se desataron una y otra vez contra los que le enrostramos su flagrante traición a los principios revolucionarios del Peronismo originario.
¿Cómo se puede hablar, entonces, de que el cálculo electoral sea la premisa fundamental de quien conduce Proyecto Sur y de quienes lo acompañamos? Evidentemente, se mal interpreta la vocación de ampliar las bases de apoyo a una línea política que se viene sosteniendo desde siempre; en atención al escenario de una sociedad civil que no es uniforme, y que se encuentra multifragmentada en diversas identidades de las cuáles se pueden contabilizar sólo unas pocas como conscientemente definidas en contra de los intereses de la Nación y el Pueblo.
Lo cierto es que la gran mayoría de la ciudadanía anhela, independientemente de sus diferencias de clase, las mismas cosas: un país pujante, orgulloso de su historia, y donde poder realizarse. Luego, el problema pasa a cómo darle expresión política efectiva a esa posibilidad; es decir, cómo articular, sintetizar, los varios diferenciales que se relacionan con aquellas muchas identidades que, en la medida de sus contradicciones específicas, tienden a reproducir la división de la cual se han aprovechado recurrentemente los vivos de afuera y sus socios de adentro, siempre para mantener a la Argentina oprimida, saqueada y pauperizada.
Para terminar con ello, no hay otra que abrirse paso por la telaraña de obstáculos cruzados que en estos treinta años de democracia restringida han impedido la conformación de un espacio político genuinamente orientado a las transformaciones estructurales que el país necesita, con un programa acorde y dotado de la suficiente capacidad para resolver -con suma eficacia- la consecución del necesario apoyo electoral que abra las puertas a un gobierno de esas características.
La inmejorable oportunidad que se presenta en la CABA para comenzar a jalonar ese proceso, que se asienta -a partir y no excluyentemente- en el acuerdo Pino-Carrió, no sólo es un paso necesario desde el punto de vista táctico; sino que además recoge la pertinencia estratégica de ir costurando los distintos recortes de legítima representación, en función de lograr -más temprano que tarde- la indispensable conjunción de esas subjetividades parciales en un plexo de unidad que respete la diversidad y la desentrampe de su actual modo divisorio.
Equívoco 3: “…junto a Buenos Aires Para Todos de Claudio Lozano y dirigentes que provienen de la CTA tenemos la responsabilidad de acordar una propuesta y de ahí ampliarla a otros compañeros y organizaciones”.
Llamativamente, esto se conecta con una de las peores frases del mismo Lozano de los últimos días. Sin ningún prurito manifestó que “Ellos (por Pino y Proyecto Sur) van a discutir los votos de Macri, la nuestra (la de Buenos Aires Para Todos) es otra propuesta". Aparte de dudosamente intencionada, la crítica de la nueva estrella para el MST raya en la ridiculez:
a) Concede, a priori, que todos los votos que sacó Macri son de él (cautivos); es decir, huelga pelear por los que fueron ocasionales (apreciación muy cercana, en el fondo, a la de Fito Páez del 2011 y la caterva de 6-7-8)
b) Sugiere que la pelea electoral que nosotros vamos a dar, donde obviamente pretendemos ganarle a Macri, lo haríamos -con qué sentido- desde una propuesta similar a la del macrismo. ¿Se habrá enterado, Lozano, del nivel de rechazo que hoy tiene la gestión del PRO?
c) Queda claro que su determinación táctica no es contribuir a la derrota del pacto PRO-K en la Ciudad y, por lógica consecuencia, se inscribe en la pretensión de restarle votos al único que está en posición de hacerlo: Pino Solanas, junto al frente político y social que lo acompaña.
A esta altura, sólo me queda pensar que la “acalorada” entrada del MST a la risueña entente que va a encabezar Lozano remite más a disputar las bases de la pretendida CTA, que a participar protagónicamente de la construcción de un movimiento de mayorías como el que nosotros proponemos. Lamentablemente, su preferencia por lo primero, en línea con muy probables propósitos internacionalistas, no hace más que desnudar un recurrente pifie que creí, ingenuamente, ya no iban a repetir. Pero es muy comprensible que lo hagan de la mano del partido que se llama -¿irónicamente?- Unidad Popular, con el cual podrían volver a perderse por el sendero de la intolerancia y el sectarismo, por el que iban y venían durante la campaña electoral del 2009.
Peor será cuando levanten la pequeña cosecha, que ni siquiera va a servir para satisfacer las aspiraciones de mínima que pudieran tener; luego de haber abandonado a Pino Solanas y Proyecto Sur, a los que los unía la posibilidad cierta de compartir una causa de izquierda no tradicional con muy buenas chances de incidir con fuerza en el destino de nuestro país. De todos modos, no hay que dramatizar. De seguro pasarán por una experiencia “muy” enriquecedora, y no faltará ocasión para volver a encontrarnos en el futuro. Camaradas, hasta siempre.-
POR admin