Son quienes se adjudican un purismo y una representación de la que carecen, con la vaga ilusión de dañar un Proyecto que hoy está más vigente que nunca.
Los oportunistas de siempre.
La adicción a los pasquines y algún que otro canal kirchnerista viene siendo una constante entre quienes anhelan, de manera ilusoria, mellar la propuesta de Pino y Proyecto Sur para las próximas elecciones legislativas. Claro está, ni la infelicidad moral ni la lengua de los implicados son nuevos ni manifiestan mayores hallazgos. Los más avezados en la cultura de la traición critican el -a su entender- “rejunte opositor”, continuando la senda histórica del boicot y la ruptura de toda construcción emancipadora en la Ciudad y la Nación. Otros, a la izquierda de ellos mismos, descontentos con su hipotética posición en las listas, se autoexcluyen aduciendo motivos ideológicos que antes subordinaban a escenarios expectantes.
Y, finalmente, están los que en paralelo a la táctica de los ya mentados, pero con un fuste raso, recriminan presuntas asociaciones con “la derecha”. La derecha existe, claro, faltaría más, pero no es el caso de nuestra política de alianzas, por mucho que se apele a críticas que bien podría suscribir el kirchnerismo. El liderazgo de Proyecto Sur sigue siendo el mismo, y las causas emancipadoras están más altas que nunca. Pero el tufillo del lenguaje de los juntistas de turno, que si tuvieran algo de dignidad renunciarían ya a sus cargos (obtenidos por la confianza ciudadana en Pino, no en ellos), no proviene en absoluto de la filosofía política, sino de otras arengas más esperables.
Haciendo un poco de memoria, caemos en la cuenta: son los mismos que hasta hace no mucho abogaban por construir un “Frente Único” con el kirchnerismo tras el 54%; son los que hoy hablan de traiciones al programa emancipador que nunca avistarán desde su arribismo (des)comunal, y tienen la desfachatez de argumentar que son más puros que el agua. Por no referirnos al célebre documento de los 100 días comuneros, donde se negaron de manera rotunda a denunciar al kirchnerismo y su accionar patotero y violento en los consejos consultivos. Táctica que cambió al toque cuando el oficialismo empezó a caer y la posta era ser oposición.
Ahora sí hay “pacto Pro-K”, antes no. Son los oportunistas de siempre. Los ahora funcionales al kirchnerismo (bueno, si es que los implicados fueran capaces de serlo, cosa inviable aunque den comidilla basura a los medios K). Tales son los antecedentes, solo algunos, mínimos -pues podríamos extendernos en manejos de toda índole y bajeza- de los enredados en las mieles de la especulación, la mentira y el arribismo sistemático; machangos de rapiña, los más, que desde su inanidad se dan el lujo cuestionar a personas y referentes obviamente falibles en el complejo terreno de la política, pero que tienen décadas de trayectoria inconmovible y, en el caso paradigmático de Pino, una centralidad categórica en la cultura y la política nacionales del último medio siglo.
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