El 16 de junio de 1955 se cometió el primer atentado terrorista en la Argentina.
El bombardeo de la Plaza de Mayo, también conocido como la Masacre de Plaza de Mayo, fue el bombardeo cometido el 16 de junio de 1955 en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Juan Domingo Perón intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, ubicada a su vera, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial, causando la muerte de 308 personas3 y más de 700 heridos siendo, irónicamente, el bautismo de fuego de la Aviación Naval (contra su propia gente).4 Perón se había retirado al Ministerio de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra. La violencia, de una magnitud nunca vista anteriormente en Argentina, con la cual se ejecutó el hecho y el desprecio por la vida de las personas hace que se lo vincule con el terrorismo de Estado aparecido años después en el país5 En febrero de 2008 el juez Claudio Bonadío, entendió que ese episodio no fue un genocidio, sino un intento de eliminación del entonces presidente, Juan Perón declarando que no fue un delito de "lesa humanidad".4 como solicitaba que se declare un planteo presentado.
Éste aberrante hecho le costó la vida aproximadamente a 350 ciudadanos (otras fuentes más precisas sostienen 367) y provocó dos millares de heridos. Conozca la historia.
La mañana del 16 de junio de 1955 fue el bautismo de fuego de los aviones de la aeronáutica contra el pueblo, aunque lo quieran negar. Operaron esos aviones los aviadores argentinos, arrojando nueve toneladas y media de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la población civil inerme. Fijaron sus objetivos de ataque en los puntos del centro neurálgico de la Plaza de Mayo, la casa de gobierno, donde lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trolebuses repletos de pasajeros, en su mayoría trabajadores que se desplazaban hacia sus tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico, mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia de bombas y metrallas. Eran aviones de la Fuerza Área y de la Marina de Guerra Argentina que actuaron con los mismos objetivos y la misma saña criminal.
“El ataque a traición de los aviadores navales subversivos produce un terrible impacto emotivo en la población. Durante meses no se habla de otra cosa en los hogares de todo el país. En 'Dossier Secreto - El Mito de la Guerra Sucia -, el periodista norteamericano Martin Andersen cita el informe de un analista de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, quien describe este estupor generalizado en un mensaje enviado a Washington a las tres semanas del sangriento acontecimiento” continua Bardini.
La masacre de junio de 1955 costó la vida aproximadamente a 350 ciudadanos, otras fuentes más precisas sostienen 367, y a más de dos millares de heridos, sin contar las profundas secuelas de terror que se instaló en gran parte de la población que vivió, asistió y sufrió aquellos bombardeos encabezados por los aviones de la marina y Aeronáutica, acción indudablemente repudiable.
ES MENESTER RECORDAR QUE ESTA BARBARIE, PROLEGOMENO DEL POSTERIOR GENOCIDIO, CONTÓ CON IDEOLOGOS Y COMPLICES CIVILES, LOS MISMOS DE SIEMPRE.
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