La cruda realidad de la tragedia de Once al cumplirse tres meses de la catástrofe.
Todos los días desde muy temprano, miles y miles de personas se trepan a los trenes que los traen a Capital Federal para cumplir con sus trabajos. Lo que la oligarquía denominó “el aluvión zoológico”, los “negros cabeza”, “los del conurbano”, como pueden tratan de llegar hasta el corazón de la metrópoli para hacer los trabajos que los otros no quieren o no saben hacer. De ellos depende la construcción y la industria, son la mano de obra para consumo masivo, ellos ponen en marcha la ciudad, para que la clase media porteña haga sus trabajos profesionales y vivan en ella.
El Miércoles 22 de febrero de 2012 a las 08:33 a.m. el tren Nº 3772, identificado con la chapa 16 y piloteado por Marcos Antonio Córdoba (maquinista), no pudo evitar estrellarse, causando la muerte de 51 personas y más de 700 heridos en la estación Once. Ése mismo día el caso se enmarcó bajo la denominación de “tragedia”.
Veinte años atrás, el peronismo al mando de Carlos Menem justificó la privatización declarando deficitario el servicio de trenes, con una red ferroviaria estatal de 40.000 kilómetros de vía y 190.000 empleados -era la más extensa de América Latina. Privatización y subsidios de por medio, hoy el sistema ferroviario alcanza un nivel de déficit de tres millones y medio de dólares por día. Actualmente, sólo quedan 7.000 kilómetros de vías y los trenes no pueden ir a más de 40 kilómetros por hora. Los vagones en servicio tienen 40, 50 ó 60 años de antigüedad, las puertas nunca cierran y se deslizan por rieles obsoletos, las vías se hunden al no haber piedras debajo; hay numerosos tirafondos salidos, les faltan bulones o están rotos, así como los durmientes (maderas) están partidos o podridos en su mayoría. Quienes usamos el tren, podemos observar cotidianamente este deterioro.
En reiteradas oportunidades denuncias realizadas por los sindicalistas combativos fueron cajoneadas y ninguneadas por parte del portavoz de TBA, quien afirmaba que "la seguridad de los trenes está garantizada", y que "hasta ahora no hubo ningún accidente en la línea por esos supuestos desperfectos". Por el contrario, el “Pollo” Sobrero, delegado de la línea Sarmiento, señalaba que "No hay accidentes con heridos, pero sí muchísimas interrupciones y demoras en el servicio. Yo no puedo dar ninguna garantía de que no haya ningún accidente”.
El delegado advertía que las cuadrillas de mantenimiento eran de 40 personas en 1995, cuando se privatizó el ferrocarril Sarmiento, y "hoy ninguna tiene más de cuatro operarios" que en total suman 15. Es más, aclara que "no hay ningún mantenimiento en absoluto y por eso las vías están en un estado calamitoso".
Ahora bien, en este marco es interesante reflexionar sobre el tratamiento que se le dio en los medios al tema. Por esos días escuchamos a periodistas y medios de toda calaña caracterizando el hecho como un accidente o una “tragedia”, el ejemplo más obsceno es el del intelectual autoproclamado filósofo, Ricardo Foster, portavoz del grupo de bufones llamados Carta Abierta. ¿Cómo es posible que alguien que cuenta con formación filosófica, que estudió a los griegos, denomine de esta manera la masacre de Once? Él sabe muy bien cual es el contenido del concepto, por lo tanto es cínico y no se le puede dejar pasar tal hipocresía. Vamos pues al concepto de tragedia, etimológicamente el término es griego, derivado de “tragos”, que quiere decir chivo y “oide”, que significa canción, aludiendo al grito agónico del chivo, animal de simbolismo fálico, asesinado en homenaje al Dios Dionisio. Pero mucho antes los griegos se inspiraron en el paso del tiempo, es decir, para ellos el paso del tiempo ya era de alguna manera algo trágico, pues su resultado llevaría a la muerte. El paso del tiempo es algo inevitable e irreversible, está mas allá de la intervención humana, es asunto de los dioses, por eso es una tragedia. Una tragedia representa la suerte del destino o la voluntad de los dioses y no la voluntad de las personas o de la realidad humana.
Once no fue una tragedia, ni un accidente, como no lo son los millones de asesinatos llamados accidentes de tránsito, en todo caso puede formularse como drama, el drama de miles de personas que al parecer no valen nada, que viajan como ganado todos los días, sin que ningún organismo haga nada por sus derechos básicos . Once Fue una masacre planificada desde intereses mezquinos producto de la desidia y el vaciamiento del sistema de transporte público.
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