Homanaje a Sebastián Campos y todos los hombres y mujeres que perdieron su vida en la tragedia de Barracas.
Bombero Voluntario de la Agrupación Vuelta de Rocha, 34 años, una hija, Sebastián era uno de esos hombres imprescindibles en la sabia mirada de Bertolt Brecht. Esos que, hoy como nunca, nuestra patria y nuestro pueblo necesitan y piden a gritos.
Sebastián se fue sirviendo a lo que amaba: sus prójimos. No estaba allí encontrando la muerte porque recibía alguna paga; no estaba allí por razones prebendarias o clientelares; no estaba allí por casualidad. Había llegado voluntariamente para servir en forma solidaria y desinteresada, como tantos miles que, al igual que él, todos los días en distintos campos, están dispuestos a ayudar a los otros.
Es el espejo en el que deben mirarse las nuevas generaciones; el modelo a imitar; el arquetipo del buen argentino; el portador de esos valores que debemos recuperar. Mientras llamados “servidores públicos” se regodean con negocios espurios y alardean de un éxito económico malhabido, engañando descaradamente a su pueblo, hay un Sebastián que debe avergonzarlos, un Sebastián que los lastima con su amor, que los abofetea con su valor, su arrojo y su entrega.
Pocas veces reconocidos, casi nunca premiados, en Argentina existen miles de Sebastián; hombres y mujeres que brindan su alma y su cuerpo por solidaridad con los demás. Son los hombres y mujeres que el país necesita. Tenemos la esperanza que un día no muy lejano, sean como ellos quienes conduzcan los destinos de nuestra Nación. Que el martirio de Sebastián y los héroes que murieron junto a él no sea en vano y sirvan como ejemplo para un despertar ético y moral. Honor y gloria a Sebastián y a todos aquéllos que forjan con su esfuerzo y su vida un país mejor.
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