Intervención del senador de Proyecto Sur durante la sesión donde se aprobó la Emergencia Alimentaria.
Lo primero que voy a decir es que, haciendo mías las palabras de la senadora Odarda, de nuestro Interbloque, voy a continuar con algunos elementos que son importantes. Por segunda vez en la historia contemporánea, la aventura del proyecto neoliberal termina en una hambruna, termina en desnutridos, termina en una tasa de indigentes enorme y hoy cinco millones de argentinos comen una sola vez por día. En 2001, todos recordarán cómo terminó aquello. Esta vuelta está terminando con bastante similitud, aunque no se expresa en las formas que se expresaron en 2001. La tasa de desocupación es enorme. Recién el senador Lovera recordaba que son más de 300 mil los despidos. El endeudamiento nacional es poderoso. Acá pagamos 3.500 millones de pesos diarios –3.500 millones por día– de los servicios de la deuda. Si algo expresa la política nacional de estos tiempos es la deshumanización. Los valores y los derechos humanos no están en el primer rango. Hablamos de los que tienen hambre y de los desnutridos como cifras. No puede haber mayor fracaso en un gobierno que tener los índices de pobreza que tiene la Argentina, siendo un país productor de enorme riqueza alimentaria.
Entonces, señora presidente, de pronto, claro, nos asustamos –el Congreso se asusta– y vota una ley por la presión social que tiene sus límites y que quizás no sea del todo justa. Pero lo hace sin la debida discusión. Así pasó en Diputados y así está pasando en el Senado, es normal. A nadie se le ocurriría empezar a hacer modificaciones porque la urgencia no es un artículo más o menos sino que la urgencia es que hoy se vote la norma y que no vuelva a Diputados en un giro que no es conveniente. Por supuesto, hay muchas injusticias y muchas desigualdades. El senador Mayans le puso la lupa, y el 70 u 80 por ciento va para satisfacer las urgencias de la provincia de Buenos Aires en esta materia. Entonces, todos estos son problemas que no se pueden olvidar. La alimentación es un derecho garantizado universalmente por los pactos internacionales. Desde la Convención Internacional por los Derechos del Niño hasta la FAO, de las Naciones Unidas. Inclusive, nuestra Constitución Nacional, en su artículo 14 bis, tiene un párrafo que es extensivo al problema del hambre. Pero el hambre no espera.
Todos sabemos que el niño hasta los 6 o 7 años va desarrollando su corteza cerebral –la computadora para toda su vida– y que si no tiene la cuota de proteínas que le pide su organismo crecerá con deficiencias neurológicas y en su inteligencia, etc. Esto lo sabemos todos. Este es un crimen del cual no se habla. Debería ser un delito muy grave que tengamos semejante mancha del hambre. Entonces, señor presidente, esto se produce al final del mandato que comenzó en diciembre de 2015, pero en estos años nos hemos cansado de marcar las deficiencias y de alertar hacia dónde iba esta dirigencia que parecía que iba a triunfar al galope en medio de la noche. No nos podemos olvidar que la sucesión de despidos de 2016 movilizó a todas las centrales sindicales a esta Casa y dijeron, con todas las palabras, que al menos había que poner un respiro de seis meses. La ley salió, pero fue vetada con un cuento que tenía más que ver con el “cuento del tío” que con un argumento serio: las inversiones van a llegar en el segundo semestre. Todos recordarán esto. Y la ley fue vetada. Y el proceso de despidos más el endeudamiento fue constante en estos años. Alguno pudo olvidarse del plenario de comisiones en el que aquel ministro de economía, Prat Gay, perjuraba que lo único que se iba a endeudar la Argentina era en 12.500 millones de dólares. No se habrán olvidado de esto, porque antes de que terminara el primer año ya estábamos cerca de los 30.000 millones de dólares, y llegamos hasta 37.000 millones de endeudamiento en un año y medio, sin que pasara por el Congreso Nacional, violando o burlándose de la Constitución Nacional. Pero acá lo discutimos. Hubo proyectos que volvían a recordar que el endeudamiento y los créditos son materia que tiene que tratar el Congreso de la Nación. En fin, lo que se ha vulnerado en estos años, señora presidente, es el contrato social o el acuerdo social, como lo queramos llamar. Permitimos los tarifazos, un verdadero delirio que nos llevaba a que las pymes, los comercios y ese 80 por ciento de argentinos que gana menos de 30.000 o 35.000 pesos –con un sueldo mínimo de 12.000 y que no llegaba ni a 13.000–, no pueda pagar la electricidad.
Entonces, permitimos no solamente un gran endeudamiento, sino que miramos para el otro lado sabiendo que lo que entraba se iba por la puerta giratoria: la fuga de capitales. Bien decía el creador del mayor hospital de niños de la Argentina, el doctor Garrahan, que la desnutrición y la pobreza no son enfermedades –no son enfermedades–, son el resultado del proyecto del modelo político que aplica una nación, y que el combate contra la pobreza y contra la desnutrición es un combate que debe comprometer, en recursos prioritarios, a toda la Nación. Entonces, señor presidente, la práctica del cinismo en estos años llegó a límites que no nos imaginábamos, como son las declaraciones últimas de algunos dirigentes que estuvieron acá y se fueron, y otros que gobiernan, cuando se refieren al hambre y a las consecuencias del hambre. Hemos escuchado todas las variantes del embuste, del engaño y del cinismo en estos años. Señor presidente, yo celebro esto que acompañemos con nuestro voto para que, cuanto antes se apruebe este proyecto. Todos deseamos comenzar a dar vuelta la página para que pueda ejecutarse en la Argentina un proyecto auténticamente democrático y digno, un proyecto político que no nos avergüence ni nos exija prácticas de cinismo.
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