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Solanas: "Macri atenta contra la pluralidad mediática"

Compartimos la opinión del senador Fernando Pino Solanas sobre la "Ley Corta" de Comunicaciones Convergentes sancionada en el Congreso.

Después de algunas semanas de debate en comisiones y de cambios en su composición para lograr una mayoría, la llamada “Ley Corta" de Comunicaciones Convergentes obtuvo media sanción en el Senado el miércoles 4 de julio. El proyecto se hizo a la medida de tres grandes operadores: Clarin-Telecom, y dos extranjeros: Telefónica de España y Claro de México. Contrariamente de la amplía convocatoria que tuvo en el 2009 el debate de la Ley de Medios 26.522, la Ley Corta fue tratada al margen de la opinión pública, de las organizaciones sociales, los sindicatos y las universidades.

La votación se realizó a escasos días de que el gobierno aprobara la fusión de Cablevisión (Grupo Clarín) con Telecom, conformando el mayor espacio de información, debate, comunicación, entretenimiento, deporte y cultura de nuestra democracia mediática.

El proyecto permite que las compañías telefónicas puedan insertarse en el mercado del cuádruple play para operar conjuntamente con televisoras, emisoras de radio, teléfonos fijos, telefonía celular e internet El proyecto modifica también un artículo de la ley de Desarrollo de la Industria Satelital que le reservaba a ARSAT bandas de frecuencias de espectro con carácter preferencial, las cuales pasarán a manos de los privados.

Esta extraordinaria concentración pone en peligro a mas de 700 empresas de cable que invirtieron en los territorios y a quienes la transmision satelital amenaza con su desaparición, dejando como consecuencia 25.000 trabajadores en la calle. Una injusticia para quienes invirtieron previamente en el cableado y un regalo para los que, sin arriesgar un dólar, se quedarán via satélite con el grueso del negocio.

Hay que recordar que el modelo de la concentracion mediática está a contramano de la tendencia mundial que viene poniendo límites al cuarto poder. En las metrópolis de la Comunidad Europea y en América del Norte, ningun grupo puede conccentrar ni remotamente lo que se permite en la sub-colonia: tener diarios, canales de TV, radios, internet y telefonía fija y celular.

A dias de asumir el gobierno, Macri modificó por decreto la Ley de Medios 26.522 y la de Argentina Digital con la promesa de entegar en seis meses un proyecto alternativo que las adaptara a las exigencias tecnológicas de hoy y que llamó “Ley de Convergencia”. El proyecto jamás se hizo público a pesar de los reclamos de los organismos y sindicatos del sector audiovisual y de las movilizaciones de sus trabajadores, autores, periodistas, actores, directores y técnicos del cine, television y teatro.

Estamos ante un modelo de comunicación unitario, que convierte al federalismo en una ficción más. Desde la Capital Federal se transmite en cadena a todo el país y lo que sucede en las provincias nunca llega a ser noticia nacional. El manejo de los espacios de comunicación, el marginamiento de la información local o de la agenda que no comparten los grandes medios, son las formas de censurar o silenciar la cara oculta de la realidad.

Un numeroso grupo de periodistas y comunicadores bien pagos son una fuerza de opinión que editorializa todas las noticias y entrevistas y actúa como vanguardia del poder económico y politico que gobierna. No solo en Argentina sino en el continente. Basta como ejemplo el poder del grupo Globo en Brasil, capaz de impulsar un golpe blando como el que derrocó a la presidenta Dilma Rouseff.

No seamos ingenuos. La Constitucion Nacional dice que el Congreso tiene la obligacion de proteger la identidad y pluralidad cultural. No hay democracia cuando la cartelización de los medios informativos ocupa los espacios mediáticos locales. El mayor pecado de la “Ley Corta” es que omite el por qué y el para quién de la misma, soslayando el debate sobre los contenidos y uso de sus espacios. La cuota de pantalla y los espacios que deben ser ocupados por los contenidos locales y nacionales ni se discuten ni defienden.

La construcción de la cultura de un pais es siempre la sumatoria del hacer cultural de todos sus territorios, de abajo hacia arriba, con su memoria, personajes, problemas y proyectos. Su riqueza es la diversidad y la pluralidad y no la uniformización cultural emitida por los centros del poder mundial. El producto extranjero enlatado termina ocupando la mayoría de los espacios de nuestro cine, teatro y música. La diversidad y pluralidad cultural quedan indefensas y “aculturados”. Basta como ejemplo, en nuestro país, que la multiplicidad de ofertas del complejo televisivo y audiovisual, lejos de honorar la diversidad informativa termina siendo la multiplicación de los mismos contenidos y lenguajes.

Lo que está haciendo Cambiemos al soslayar el debate sobre los contenidos y el uso de los espacios, es atentar con la diversidad y pluralidad que deben ser la base de una politica cultural auténticamente democrática. Necesitamos encarar la discusión de una ley de contenidos que obligue a los grandes grupos mediáticos a invertir en el país recursos, materiales y conectividad.

Lo que nos queda de positivo es que los espacios opositores se plegaron al reclamo de preparar una gran ley de Convergencia o “Ley Larga", abarcativo y federal, con lo mejor de la Ley de Medios y la ley Argentina Digital, junto a un debate integral de todos los actores de la comunicación. Hay que evitar que se repita la historia del dinosaurio: el bicho pidió ayuda para sobrevivir: lo dejaron entrar en la casa, lo alimentaron y permitieron que ocupara el dormitorio, el baño y la cocina… cuando estuvo bien alimentado, miró a quien le daba de comer y de un bocado se lo comió.

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