El autor analiza la tensa situación entre Argentina y Gran Bretaña, en un escenario geopolítico cada vez más complejo.
Nos encontramos nuevamente ante eventos alarmantes en el Atlántico Sur y sus Islas, como parte de una tendencia sostenida y sin señales de mermar. Vemos una ofensiva múltiple del Reino Unido contra los intereses argentinos en los territorios bajo disputa de soberanía. Esta nueva avanzada colonial-imperialista demuestra la firme voluntad británica de continuar con una jerarquización geopolítica del enclave colonial que venimos señalando permanentemente.
La causa es clara: ingentes cantidades de recursos renovables y no renovables permitirían al gobierno kelper y a Londres solidificar sus posiciones y convertirse en actores más gravitantes a nivel global. Incluimos a los kelpers porque con las perspectivas de riqueza económica en Malvinas, su camino a la autodeterminación parecería cada vez más allanado, con la anuencia de su “socia mayor” Inglaterra. Como nos dijo un diplomático argentino hace poco: “Entre Londres y Stanley sólo falta definir cuanto le toca a cada uno, para efectivizar la autodeterminación.” Dicha posibilidad, de concretarse, aniquilaría el reclamo argentino y la recuperación de los territorios que por derecho nos corresponden. El panorama es oscuro.
En los últimos días, dos eventos –uno económico y el otro militar- tomaron relevancia nacional y regional, demostrando los avances unilaterales y violatorios del orden jurídico internacional por parte del Reino Unido: 1) la reciente iniciativa de instalar en la Isla Soledad (sede de las autoridades) un puerto de aguas profundas que supera en cuatro veces el tamaño de las instalaciones actuales para el abastecimiento de la industria petrolera. El proyecto de capitales privados ingleses está siendo analizado por la Legislatura kelper y despertó un entusiasmo muy importante en todos los sectores, en las Islas y en Londres. 2) El inicio de nuevos ejercicios militares conjuntos, que nutren una larga casuística, y que se volvieron mucho más regulares en los últimos tiempos en paralelo con las expectativas de encontrar petróleo en la zona. Mienten los británicos al decir que los ejercicios se desarrollan puntualmente de forma semestral hace 28 años. En 2007 se modernizó el material misilístico de la artillería británica, cuyo sistema de defensa de tipo “Rapier” será operativo al menos hasta el 2020 bajo el modo actual. En abril de 2009, las fuerzas condujeron el ejercicio “Cassin Falcon”, con pruebas misilísticas, fuego antiaéreo y maniobras de campo, incluyendo los cazas Tornado F3 (hoy reemplazados por los modernos Eurofighter Typhoon) y los Rapier de corto y medio alcance. Los ejercicios de misiles se venían operando desde hacía años pero a fines de 2008 el Ministerio de Defensa inglés propuso a las autoridades isleñas transformarlo en bianuales (en abril y octubre) durando 15 días cada uno, para dar mas coordinación y regularidad.
Cabe destacar que en la misma fecha del ejercicio “Cassin Falcon” se entrenó una Compañía Especial de gurkhas (Pelotón “Tobruk”) durante una semana y en condiciones de supervivencia. Esas fuerzas suelen ser enviadas luego a Afganistán para actuar con la OTAN, lo que transforma a Malvinas en un centro de entrenamiento de ese organismo; brazo armado del “americanismo” imperial. El actual ejercicio conjunto también cuenta con lanzamientos de misiles y se agrega la presencia del destructor tipo 42 HMS Gloucester D-96, que acaba de ser apostado en Malvinas en reemplazo de su par HMS Portland. Todo esto desequilibra al poder bélico regional y vulnera la paz, al ser Reino Unido una potencia nuclear. Indudablemente el mayor incremento de ejercicios militares conjuntos de la Royal Navy, Royal Army y Royal Air Force se da entre 2009 y 2010, en paralelo con las perspectivas de éxito que arroja la exploración de hidrocarburos. El más importante hasta ahora se realizó a fines de 2009 bajo el nombre de “Cape Bayonet” y recreó, con más de 500 efectivos y todo tipo de pertrechos de última tecnología, el desembarco argentino de 1982. La población militar de Malvinas alcanza los casi 1500 efectivos, lo que implica cerca del 50% de la población estable total. Londres tiene claro que los negocios hay que protegerlos.
Esto nos confirma el valor geopolítico que el Atlántico Sur tiene para Londres como fuente de recursos renovables y no renovables, y como base para proyectar su poder sobre la Antártida y el Pacífico mediante el Pasaje de Drake. Ante la creciente escasez de recursos en el Mar del Norte y de los conflictos que los rodean, como en el caso del Medio Oriente, la novedad se centra en explorar y explotar la cuenca atlántica que podría albergar gigantescas y desconocidas reservas de gas, petróleo y minerales. Asimismo, existe una "carrera por al Ártico" como consecuencia del deshielo de grandes porciones de ese territorio, dejando al descubierto nuevas fuentes de recursos. Los países que rodean al casquete polar -Rusia, Estados Unidos, países nórdicos, Canadá e Islandia- están en abierta competencia diplomática para reafirmar sus derechos. Mientras tanto, el Reino Unido inició una campaña de reclamos territoriales sobre la Isla Ascensión, el islote Hatton-Rockall en el Atlántico Norte (posible inmensa fuente de recursos en su subsuelo y disputado por cuatro estados europeos), en el Golfo de Vizcaya y, por supuesto, en el Atlántico Sur para expandir la plataforma continental hasta 350 millas, en el marco de la Convención Internacional de los Derechos del Mar (CONVEMAR)
El corolario de la presente escalada es la asunción de Nigel Haywood como nuevo Gobernador de Malvinas y Comisionado de las Georgias y Sandwich del Sur, el 16 de octubre de 2010 y en medio de una tensa situación diplomática. Haywood fue designado por Londres en 2009 para tomar el cargo en 2010. El funcionario egresó de la Academia de la Armada Real Británica de Sandhurst como teniente y en 1983 ingresó al Servicio Exterior de Su Majestad. Fue destinado a Israel, Líbano, Irlanda, Hungría y Sudáfrica. Entre 2003 y 2008 fue Embajador en Estonia y luego Cónsul General a Basora, Irak, en la zona que controlan las fuerzas invasoras británicas, aliadas de Estados Unidos, con quien ocuparon ilegalmente Irak en 2003. Recordemos que Basora es uno de los nodos petroleros iraquíes. No es extraño que la experiencia de Haywood en Medio Oriente –una zona de altísima conflictividad y mucho petróleo- y su pasado militar, haya calado en la decisión de Londres ante la posibilidad que Malvinas se transforme en un rico “Emirato frío” a la sombra de un muy concreto poder militar. La gestión de Haywood en Irak se destacó por una interacción muy fuerte entre los funcionarios civiles y militares, lo que no es un dato menor en el marco de Malvinas.
Por su parte, el gobierno usurpador de las Islas adjudicó unilateralmente licencias a cuatro compañías petroleras en los últimos años: Desire Petroleum, Borders & Southern Petroleum, Rockhopper Exploration y Falkland Oil and Gas Limited (FOGL). Desire y Rockhopper ya comenzaron sus actividades de exploración en 2010, con algunos resultados parciales. El British Geological Observatory alienta la exploración y estima que en la cuenca norte de Malvinas podría existir un potencial de 100.000 millones de barriles de crudo. Los actos políticos, económicos y militares unilaterales son concretamente violatorios de la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que insta a que la partes de la disputa se abstengan de introducir acciones y modificaciones unilaterales hasta tanto se dirima. En lo militar, además, Londres viola el protocolo de seguridad dispuesto por el Acuerdo de Madrid II (1990) en su Anexo I. Por supuesto, ese Acuerdo se volvió obsoleto.}
El experto británico Klaus Dodds, académico del Instituto Geográfico de la Universidad de Londres y especialista en geopolítica, sostiene que "Gran Bretaña rescató a los isleños en 1982 porque estaba decidida a asegurar intereses amplios y estratégicos basados en cuestiones de recursos en el Atlántico Sur y la Antártida" (The Guardian; 19/10/07) Hoy, esos “intereses estratégicos” configuran un peligro político, militar y ambiental sin precedente para la soberanía de nuestra Argentina y para la paz de la Patria Sudamericana. Y debemos dar el alerta de manera firme, comprometida e incesante, como una etapa más en la lucha por la emancipación definitiva de nuestros pueblos.
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