Fernando Pino Solanas despide con este texto a Titio Almeijeiras fallecido el sábado 4 de agosto y que fuera protagonista de Los Hijos de Fierro
Tuvo que ser un dia gris, lloroso y triste, en Lima, donde nos llegó a mi y a Angela la noticia de la partida del entrañable compañero Tito Amejeiras, esta madrugada en Fortaleza, Brasil.
Llora el corazón y la memoria, se desgranan recuerdos de una vida con final injusto para este hermano que con pura generosidad dió lo mejor que tenía a sus hijos, al cine y a la cultura latinoamericana. Desde Argentina a Fortaleza y a Cuba y su escuela de San Antonio…
Su natural talento lo derramó en las múltiples tareas que desempeño: comenzó con el grupo Cine Liberación en la terminación de La Hora de los Hornos y en su difusión clandestina, en épocas en las que había que demostrar que era posible desarrollar –en plena dictadura del general Ongania- el primer circuito de cine politico- junto a las organizaciones que la resistían. Luego vinieron sus magistrales interpretaciones como protagonista de films y como productor ejecutivo, profesor de cine, u organizador y director artístico de festivales.
¿Quien puede olvidar su rol protagónico en Los Hijos de Fierro y sus aportes a grandes directores y films como Nelson Pereira dos Santos (“Memorias de la Cárcel”), Caca Dieguez, Gerardo Sarno, Eric Rocha, Geraldo Moraes, Nemesio Juarez y el “Martin Fierro” de nuestro chango Gerardo Vallejo. Tito era la confianza, la retaguardia cubierta, la mirada certera para aportar con su inmensa intuición y consejo. Todos nosotros le debemos inmensa gratitud .
Tito era aquel que alegraba la vida con su sonrisa, su permanente humor, su alegría. Al evocarlo, se liga su recuerdo al de otro noble compañero Ruben Salguero, integrante también del Grupo Cine Liberacion y del equipo de La Hora de los Hornos. Tito inició su exilio en Brasil con Rubén y se radicaron en Rio de Janeiro, en Santa Teresa.
En abril, lo llamé para saber como podíamos hacerle llegar a Lula la solidaridad de un conjunto de organizaciones políticas. Tito estaba triste por la situación del Brasil y el, desde Fortaleza, estaba muy lejos de Curitiba. Hablamos solo de Lula y no dijo una palabra de la precariedad en que se encontraba su salud, la diabetes y dificultades que ocultaba.
La esperanza que nos deja José Antonio Amejeiras es que quizás, en algún lugar del cosmos podamos encontrarlo con su bondad y alegría de siempre para poder decirle “Gracias Tito: sos un grande entre los grandes..! gracias por la felicidad que nos diste.. vivirás eternamente entre nosotros..!”
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