Nota publicada hoy en el diario Clarín: "Sin clientelismo ni mezquindad, es imprescindible trabajar en serio para atender las necesidades habitacionales de la Ciudad de Buenos Aires."
Una de las principales asignaturas pendientes de la Ciudad de Buenos Aires, si no la mayor, es la ausencia de una efectiva política de Estado para la urbanización de las villas y su integración plena al entramado social y cultural del distrito, cuya responsabilidad corre primordialmente por cuenta de la administración local y no puede excusarse en el habitual reparto de culpas con el gobierno nacional.
Tampoco en cuánto le pesa este problema al grueso de los porteños, ya que desde la lectura de las encuestas se aprovecha que el acceso a la vivienda y la situación de las villas están bien abajo en la escala de preocupación de la mayoría de los entrevistados. De ahí a poner la urbanización de éstas en un número relegado del orden de prioridades hay sólo un paso, lo que termina resultando en intervenciones súper acotadas que no modifican ni resuelven la cuestión de fondo.
Por lo tanto, no alcanza con pintar fachadas que dan al mundo exterior, colocar el núcleo húmedo por fuera de las construcciones, equipar espacios libres para juego de niños, plaza o deporte, y alguna que otra obra cloacal que, como el resto de los parches, no forma parte de ninguna planificación de largo plazo.
Menos, con absolver esta exigua intervención estatal por medio de simpáticas animaciones para los más chicos, y para los grandes la “zanahoria” de una eventual escrituración a mansalva que terminaría por consolidar la configuración actual de las villas.
El crecimiento vertical de las villas hoy cuenta con el obvio beneplácito de los que lucran con que las villas sigan como están, muy a pesar de la fantasía de ciertos “erradicadores/desarrolladores” que le apuestan en última instancia a la capacidad de “compra/expulsión” del mercado … Urbanización con radicación e integración en serio exigen una concepción estratégica, voluntad política y sensibilidad social a prueba de mezquindades, unilateralismos y presiones clientelares, conformes la extraordinaria escala y complejidad de lo que hay que resolver.
Se debe advertir que la tremenda porosidad de las villas al avance del narcotráfico, la renta inmobiliaria informal y otros ilícitos -todos los cuales le vienen ganando territorio a la legalidad estatal- lleva el problema a un nivel que supera largamente al de la ya dramática emergencia habitacional que sufren sus pobladores.
Por consiguiente, la definición del plan plurianual que nos debemos, así como sus modalidades de implementación, en la medida que excede los tiempos y el color de una gestión, nos impone la pronta concreción de los consensos políticos y sociales indispensables para su puesta en marcha y garantías de sostenimiento.
El diálogo que corresponde iniciar entre todos los actores, y que obviamente debe incluir a los propios habitantes de estos espacios, bien lo podemos encarar a partir de los valores del documento que emitió el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia con motivo del 40° aniversario del fallecimiento del Padre Carlos Mugica, quien con su vida y obra nos dejó un legado al que todavía no hemos honrado como verdaderamente corresponde.
POR admin