El Secretario Parlamentario de Proyecto Sur en busca de una unidad amplia y generosa.
Unidad para la nueva etapa, por Mario Mazzitelli.
Unidad para la nueva etapa, por Mario Mazzitelli.
He leído con beneplácito una nota del sábado 3 de marzo firmada por Humberto Tumini. Digo beneplácito porque me invita a alguna reflexión y porque reconozco en H.T. un luchador de toda la vida con el que comparto más de una cuestión programática. Además porque toca el tema del progresismo. Esa especie vernácula fortalecida en los 90, mezcla rara de resignación (el cambio de fondo ya no es posible), posmacartismo barato (todo lo que es rojo debe estar escondido), posibilismo (se hace lo que se puede), oportunismo (estamos con el que gana porque eso es lo que quiere el pueblo) y parasitismo (la savia del gobierno es imprescindible para nuestra nutrición). Naturalmente no todos los progresistas entran en esta descripción lapidaria. Los hay por convicción y en algunos casos se trata de reformistas consecuentes con los que se puede compartir, sin más, una experiencia política.
Como bien dice Tumini: “La casi totalidad de estos mencionados sectores, sus dirigentes y personalidades -periodistas incluidos- cuestionaron y enfrentaron en su momento al modelo neoliberal entronizado por la dictadura y profundizado en los noventa.” Es cierto y aunque sus motivaciones fueron múltiples, probablemente la corrupción haya sido la cuestión sobresaliente. En los 90 el progresismo respondió organizando la Alianza. Una confluencia del Frepaso liderado por Chacho Álvarez con la UCR referenciada en Fernando De La Rua. En ambos sectores había progresistas. Ganaron las elecciones del 99. Y, vaya sorpresa, profundizaron las políticas neo-liberales. Dice Tumini en esta misma dirección: “Gran parte del progresismo, no todo, recaló en el Frepaso de los noventa. Y ya en ese entonces se negaron a aceptar, a pesar de las innumerables evidencias, que el gobierno de De la Rúa era una continuidad del modelo neoliberal. A punto tal, que en él permanecieron hasta que el pueblo los echó a patadas el 19 y 20 de diciembre. Previo a eso, hasta se tragaron el sapo de verlo a Domingo Cavallo en el Ministerio de Economía.”
Pocos nombres propios utiliza Tumini en su nota. No me referiré a ellos en particular; sino, en general al sinnúmero de participantes de dicha cofradía.
El gobierno K tiene luces y sombras. No vale la pena que recuerde sus luces teniendo ellos semejante aparato de propaganda. La gran crítica que se les puede hacer a estos progresistas es que, quizás en función de sus propios intereses, realzan las luces y en forma cómplice silencian todas sus sombras. Petróleo, minería, transporte, finanzas, concesiones de servicios públicos, privatizadas, corrupción; son algunas de las muestras incontrastables de continuidad del modelo neo-liberal de los 90. Sobre el tratamiento de la deuda externa tengo una notable diferencia con lo que se dice en la nota, pero no voy a profundizarlo. Con todas estas sombras –más la de la deuda externa según mi criterio-, los progresistas se sostienen en las luces para la defensa del gobierno. Que, aclaremos, cada día lucen con menos intensidad -Ley Antiterrorista mediante y otras yerbas-.
Pero si algunos estuvieron en capacidad de apoyar al gobierno de De La Rua hasta el helicóptero, ¿que nos llevaría a suponer que no estarían dispuestos a apoyar a este gobierno? Igual comparto que: “Los que hoy, con el argumento que siguen buscando lo mejor para el país, visten por izquierda un gobierno que -objetivamente y en esencia- no marcha en esa dirección, debieran sacar buenas conclusiones de aquella experiencia fallida.”
Visten por izquierda a quienes no van en esa dirección. Buena frase.
Ahora. El otro sector del progresismo que acompañó a la Alianza y a De La Rua y que no acompaña al gobierno ¿habrá hecho su autocrítica?
¿Habrá hecho su autocrítica el PS de Hermes Binner? ¿Habrá hecho su autocrítica el GEN de Margarita Stolbizer?
Nadie en el Frente Progresista se preguntó ¿por qué la Alianza Nacional FAP se circunscribió solo a estos dos sectores?
¿Nadie vio la manera artera con la que trataron de segregar a la izquierda de su Alianza?
¿Nadie recuerda que estos dos sectores votaron la flexibilidad laboral durante el gobierno de De La Rua ?
¿Nadie observo con detenimiento el programa del FAP del que se bajaban las causas centrales que habían dado nacimiento a Proyecto Sur?
¿Nadie se pregunta sobre el apoyo de Rodríguez Zapatero hoy, vinculado al rol de la dirigencia del PSOE en los 90 para quedarse con el petróleo de los argentinos?
¿Es el FAP una alternativa al bipartidismo o una construcción de circunstancia para reciclar la Alianza con la UCR ? Con respecto a la alianza con la UCR hoy en día, Hermes Binner dijo: "Hace 20 años estamos aliados con el radicalismo así que no sería ninguna situación imposible actualmente, pero tiene que haber un punto de partida para llevar a cabo un acuerdo".
En fin, nadie esta libre de “vestir de izquierda” aquello con lo que comparte pocos puntos programáticos.
Pero el fondo de la cuestión –me parece- está en otro lado. Es bueno que debatamos y hasta saquemos algunos vestiditos y trapitos al sol. Cada quien puede “sentirse orgulloso o no” de su trayectoria y será parte de su patrimonio y credibilidad actual. Pero de poco valdrá si el aporte de cada sector no se suma en el marco de un proceso ascendente que vive la política. Mi punto de vista es que una parte importante de la energía potencial del 2001/2 todavía no se ha disipado y alcanza para una nueva etapa de cambios en la Argentina.
La experiencia K deja algunas lecciones. Una. Las personas cambian. Quienes en los 90 fueron profundamente liberales y entreguistas, y hasta progresistas, si las condiciones históricas cambian, pueden tener positivos arranques nac&pop que los sitúen en otro lugar del que estuvieron. Si puede pasar con algunos ¿Por qué no puede pasar con otros? Dos. La dirección K parece haber dado todo lo bueno que estaba en condiciones de dar. Alarmantes síntomas de agotamiento se observan en todas las áreas, sin que 3 horas y 17 minutos de discurso presidencial puedan ocultarlo. Más vale lo revelan con mayor intensidad. Tres. Sin una basta unidad de amplios sectores que compartan un programa que de respuesta a las cuestiones social, nacional, ambiental, cultural y democrática de este momento no hay cambio en el horizonte. Cuatro. Las construcciones no son puras. Aunque nos cueste, del lodo del que venimos provendrá la arcilla para la nueva construcción. Cinco. La etapa que se avecina ya no será el reflujo de alguna de las experiencias del pasado. No se trata de neo-liberalismo versus capitalismo nacional de amigos. Se trata de entender el momento histórico e inventar nuevas soluciones que, naturalmente desde mi subjetivo punto de vista, tendrán que ver con un largo tránsito pos-capitalista hacia una forma argentina y latinoamericana de socialismo del siglo XXI.
Sin la pretensión de tener razón en lo que escribo, rescato que la “unidad por venir” deberá ser amplia y generosa. Sin reproches. Con un claro contenido programático para que lo nuevo no resulte en “un simple reciclado de lo viejo” o en “más de lo mismo”. El pueblo argentino ya no está para esas cosas.