Desconociendo la autoridad de Proyecto Sur en la materia, el oficialismo no aceptó cambios en su proyecto.
El bloque oficialista en plena sesión por YPF
Las expectativas generadas por el consenso previo -el 81 % de los diputados votó a favor; el número de intervenciones (en más de 20 horas de sesión, hablaron casi doscientos diputados); y la masiva afluencia de público al reciento, quedaron finalmente opacadas por la actitud del oficialismo, más interesado en salir victorioso que en bregar sin ambigüedades por el interés de la Nación. El bloque del FPV, comandado por Agustín Rossi, actuó de manera sumamente irresponsable: no se hizo cargo del gesto de grandeza, patriotismo y deseos de unidad nacional de algunas fuerzas, entre ellas y de manera destacada Proyecto Sur, que aportó ingentes conocimientos y experiencias acumuladas en décadas de resistencia al vaciamiento de YPF y el saqueo de nuestros recursos.
Lo cierto es que el curso urgente del proyecto, que pasó con una inmediatez inusitada del Senado al plenario de Comisiones y luego a la Cámara en Diputados, no tuvo la resonancia pública necesaria. El tratamiento fue vertiginoso, no se convocó a Audiencia Pública, no se escucharon las voces de la sociedad, de los trabajadores, de los usuarios, de los técnicos, ni de los afectados y empobrecidos por la privatización de YPF durante el menemismo. El que no se buscara un consenso más amplio e intersectorial, cuando la mayor parte de nuestra sociedad está a favor de la medida, es algo injustificable.
Desde el oficialismo no hubo grandeza. No hubo autocrítica ni reconocimiento de sus complicidades con Repsol en 9 años de gobierno. No se reconoció el nefasto papel de De Vido, ni que la caída en la producción y la importación anual de combustibles por 12.000 millones de dólares son en gran parte responsabilidad del Gobierno. Todo pareciera haber empezado ayer. Las disidencias parciales de Proyecto Sur y otros sectores, pertinentes y argumentadas, no fueron tenidas en cuenta. Las intervenciones antológicas del diputado Fernando “Pino” Solanas, celebradas con admiración desde todos los bloques, demostraron una autoridad moral y una relevancia patriótica que no tiene parangón en las últimas décadas del Congreso Nacional. No obstante, la miembro informante del oficialismo descartó con liviandad propuestas y pareceres que hubieran convertido el proyecto oficial, tibio y limitado, en un verdadero punto de inflexión en materia de política petrolera.
Proyecto Sur propuso que se incorporaran al proyecto de ley varios conceptos estratégicos: la expropiación del 82% de YPF (totalidad de las acciones de Repsol y Eskenazi); el control social sobre el directorio de la empresa; la realización de una auditoría integral y un relevamiento -sobre inversiones, volumen de reservas y pasivos ambientales- de todas las explotaciones existentes en territorio nacional, sean o no de YPF; la conversión de la compañía en Sociedad Anónima con participación del Estado -lo cual haría posible mayores controles-; la distribución de las acciones entre todas las provincias y la CABA, no sólo entre las productoras de crudo; la promoción de energías alternativas renovables; la creación de una Comisión de Control Social; entre otras cuestiones de peso. Un conjunto de aportes que hubieran enriquecido y dado mayor proyección a las insuficiencias del proyecto oficial.
La posición de quienes votaron en contra de la expropiación (PRO, Frente Peronista y otros) en ningún caso demostró coherencia: los sectores de extracción liberal se rasgaron las vestiduras contra las arbitrariedades y errores del gobierno, contra el vaciamiento y la falta de controles sobre YPF. Pero nunca en estos años se los escuchó hablar del petróleo ni de nuestros recursos estratégicos. Se trató de posturas acomodaticias, que apenas apuntaron a Repsol y, sobre todo, confundieron una y otra vez a las instituciones y el patrimonio de la Nación (YPF lo es, sin duda) con la gestión de los gobiernos de turno.
Antes de la votación, Agustín Rossi señaló que el proyecto se propone “cambiar un paradigma: que el petróleo ya no es ‘commodity’, sino un insumo básico para el crecimiento del país”. Aquí, lo importantes, y que requerirá poner la lupa sobre los próximos movimientos del Gobierno, es que al declarar de “interés público” el “autoabastecimiento energético, la exploración, producción, transporte y comercialización de hidrocarburos”, “todas las petroleras -dijo Rossi- tendrán que cumplir con ese objetivo”. Si esto es cierto, y esperemos que lo sea, no se entiende la negativa oficial a la propuesta de Proyecto Sur sobre una auditoría integral de todas las explotaciones petroleras en nuestro país. ¿Se pondrá en marcha este “nuevo paradigma”? Los antecedentes no son promisorios, cuando el Gobierno Nacional no ha sido siguiera capaz de hacer cumplir la ley de hidrocarburos.
¿Es posible construir de este modo, sin escuchar a quienes desde hace décadas vienen luchando por la recuperación del petróleo, sin tener en cuenta la generosidad de quienes quieren lo mejor para nuestra Patria? ¿Es posible que las palabras de Fernando “Pino” Solanas del día miércoles (ver discurso), conmovedoras y de una altura patriótica extraordinaria, no hicieran mella en la cerrazón del bloque oficialista? Esto es algo que, por donde se lo mire, no se comprende. El kirchnerismo no modificó ni una coma, ni se hizo eco de la buena voluntad, la sabiduría y el fervor nacional tanto de los diputados de Proyecto Sur como de otros legisladores de la oposición.
Desde luego, una cuestión tan cara a nuestra identidad como es la recuperación parcial de YPF hubiera requerido mayor espíritu histórico, mayor consenso; un consenso crítico, verdaderamente nacional, popular, democrático, anticolonial, capaz de tomar en cuenta la memoria viva de quienes se sobrepusieron y sufrieron las privatizaciones, el desguace del Estado, el endeudamiento y la destrucción de la cohesión social en nuestro país. Esa memoria no fue tenida en cuenta. Gran error. Porque sólo la memoria nos puede liberar de repetir las frustraciones y errores del pasado. Esperemos que la esperanza en la reconstrucción de YPF no sea, una vez más, traicionada.
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