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¿Insumos de los agronegocios o patrimonio de los pueblos?

“La semilla es la fuente de la vida y el primer enlace en la cadena alimenticia. El control de las semillas se manifiesta en el control de nuestras vidas, de nuestros alimentos y de nuestra libertad”. VANDANA SHIVA.

fotohsivaAproximadamente desde la década del 80, organismos internacionales como el FMI, Banco Mundial, OMC y otras instituciones que representan el centro del sistema capitalista ejercen presiones sobre los países como el nuestro que, a cambio de préstamos de dinero, acepta imposiciones de políticas neoliberales a través de sus Programas de Ajuste Estructural (PAE).

Así, la “DEUDA EXTERNA” ha ido incrementándose hasta la actualidad y es la razón por la cual el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 promueve el incremento de la producción de materias primas para generar mas divisas para poder pagarla. Esta errada decisión conlleva profundizar los monocultivos, las deforestaciones y la adopción de las “mejores tecnologías” que nos hacen dependientes de insumos controlados por las empresas transnacionales.

Millones de hectáreas han ido desmontándose, con la consecuentemente perdida de la biodiversidad, para incrementar la producción de unos pocos granos destinados a la exportación. Según la FAO, de la superficie total cosechada en Argentina, el 98.3% corresponde a soja, trigo, girasol, arroz y maíz. La soja representa el 51% del total. La matriz agro-transgénica está fuertemente afectada por los monocultivos y el paradigma de una agricultura “productivista” con una fuerte preocupación por las rentabilidades y ganancias en el Corto plazo. Lo que no se dice es que nuestros mejores suelos han ido perdiendo productividad y consecuentemente este sistema es definitivamente insustentable (1).

La Biodiversidad es la generadora de la estabilidad ecológica. A mayor Biodiversidad, mayor es la autorregulación de los ecosistemas. Muchas de las especies “no deseables” agronómicamente conocidas habitualmente como “malezas” por selección natural adquirieron características deseables citaremos como ejemplo al género Lycopersicon, en el que muchas especies silvestres pueden cruzarse con el tomate cultivado y que se han usado de forma satisfactoria como donantes de genes resistentes a los hongos (L. hirsutum y L. peruvianum), genes nematode-resistentes (L. peruvianum), genes resistentes a los insectos (L. hirsutum), genes para la mejora de calidad (L. chmielewskii), y genes para la adaptación a ambientes adversos (L. cheesmaniae). La biodiversidad agrícola no sólo debe centrarse en las especies cultivadas habitualmente sino que abarca aquellas plantas salvajes que por tener un origen común a las especies domesticadas son una fuente de características que pueden resultar útiles en un futuro mediante cruzamientos naturales.

La conservación de recursos genéticos “ex-situ” en bancos genéticos, almacena y conserva gran cantidad de muestras de diversidad genética vegetal. Pese a la gran utilidad de esa técnica que las conserva, podrían estar en desventaja respecto a las demás especies o variedades que han continuado coevolucionando en ambientes naturales y en un contexto de “cambio climático”. Es por eso que se hace imprescindible la conservación “in-situ” realizada día a día por las comunidades rurales con el empleo cotidiano de gran número de especies y variedades supone la técnica más fiable para el mantenimiento de elevadas tasas de biodiversidad, protegiendo áreas, ecosistemas y hábitats donde las plantas de interés han desarrollado sus características distintivas.

En el año 1992 en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro se impulsó un convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB). Este tratado internacional concreta el marco legal obligatorio para que se garantice “la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad” en la práctica pero en realidad es la “legalización” de la BIOPIRATERIA.

Hoy empresas transnacionales como Monsanto controlan el 90% del mercado mundial de semillas transgénicas y promueven cambios a través de leyes de semillas, reglamentos nacionales, regionales e internacionales para evitar el uso comercial y libre intercambio de semillas y variedades tradicionales por parte de nuestra población. Además, para apropiarse del material genético agropecuario buscan implementar “derechos de obtentor”, sistemas de patentes o regalías encubiertas en “Fondos de compensación Tecnológica”.

Coincidimos con lo manifestado desde la Federacion Internacional de los Movimientos de Agricultura Ecologica (IFOAM EU) “Ya es hora de acabar con la legislación que favorece a la industria y a las empresas mulinacionales de semillas, en vez de defender los intereses de los consumidores y los agricultores. Una legislación moderna sobre semillas debe ser compatible con la agrobiodiversidad y permitir el desarrollo y el uso adaptado a nivel local de los recursos genéticos para enfentar el cambio climatico y la seguridad alimentaria futura”…”ahora es el momento de que los agricultores y ciudadanos se movilicen y exijan que los políticos pongan a agrobiodiversidad en el corazón de la legislación sobre semillas…” (2).

La implementación de estas políticas neoliberales pretende mercantilizar la simiente misma de la vida y ponerle precio. Distinguimos dos maneras de pensar a las semillas: por una parte se las puede considerar como la base de la vida que alimenta a directa o indirectamente gran parte de los seres vivos y cuyo verdadero “valor” no cotizara nunca en ninguna bolsa de granos y por otra, la visión mercantilista que las convierte en un insumo del capital con precios especulativos que permitirán aumentar las ganancias empresariales (3).

La semillas de quínoa, amaranto y maíz tienen origen en países de mesoamerica y países andinos. Son cultivados desde hace unos tres a siete mil años. Hace algunos siglos la corona Española impone prohibiciones sobre estas intentando modificar los hábitos alimenticios de nuestros pueblos originarios. Actualmente, de manera similar, pero ahora debido a la “permeabilidad” del Estado moderno a las política de laboratorios y semilleras trasnacionales quienes pugnan por lograr su mayor rentabilidad apropiándose del resultado de una coevolucion entre las sociedades campesinas, originarias y los agroecosistemas, sus conocimientos, sus preferencias, valores y su cultura que ha sido forjada a lo largo de miles de años. Es decir, pequeños grupos concentrados arrebatan las creaciones colectivas de los pueblos que fueron generadas a través de las generaciones.

Decimos que padecemos “colonialismo mental” ya que este sistema dominante globalizador nos impone el “conocimiento científico” y niega el conocimiento local considerándolo “obsoleto”, “primitivo” y “no científico” (4). Este ataque a la identidad de nuestros pueblos es sustentado por este discurso que defiende las ganancias de las corporaciones y atenta contra la biodiversidad y la Soberanía Alimentaria de los pueblos en búsqueda de su autonomía.

Consecuentemente, nos oponemos a cualquier forma de privatización del uso de las mismas. Nos manifestamos en contra de toda ley o concepción que defina a las semillas como objetos del mercado y proponemos su libre circulación como herramienta fundamental para lograr nuestra Soberanía Alimentaria.

Proponemos:

• La generación de políticas que permitan el libre acceso a los recursos genéticos y su protección contra la contaminación transgénica.

• Elaboración de políticas que promuevan la generación de sistemas agrícolas diversificados tanto intra como interespecificos.

• Promover programas de intercambio de saberes y haceres entre agricultores y agricultoras, comunidades campesinas e indígenas y donde se haga participe a toda la sociedad sobre la importancia de la biodiversidad como un bien colectivo del que todxs somos responsables de su preservación.

(1) http://www.aba-agroecologia.org.br/ojs2/index.php/rbagroecologia/article/viewFile/10052/pdf_1

(2) http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/La_legislacion_de_semillas_debe_impulsar_la_agrobiodiversidad

(3)Gabriel Belo Soler. Cátedra de Soberanía Alimentaria-Universidad Nacional de La Plata-2013.

(4) Monocultivos de la Mente. Vandana Shiva.

“La semilla es la fuente de la vida y el primer enlace en la cadena alimenticia. El control de las semillas se manifiesta en el control de nuestras vidas, de nuestros alimentos y de nuestra libertad”. VANDANA SHIVA

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