Gracias al paro convocado por el cuerpo de delegados laborales, la empresa aceptó reincorporar a 12 empleados que habían sido despedidos durante esta semana sin causa.
La lucha de los trabajadores precarizados.
Después de unas merecidas y relajantes vacaciones nada mejor que el trabajo te reciba con una entrevista para obtener un ascenso. A menos, claro, que al día siguiente intentes entrar a la oficina y el lector de tu tarjeta identificadora te niegue la entrada. Del promisorio ascenso a la “desvinculación” hay un abismo bastante incomprensible. Sin embargo esa fue la experiencia de Pablo Luján, compañero militante de la comuna 13 en la Capital.
El martes 18 de enero la empresa Teleperformance (Citytech SA) anunció a 11 empleados que habían sido despedidos sin causa. Tres días después, el viernes 21, la organización de los trabajadores obligó a la multinacional más grande de “call centers” a dar marcha atrás con la medida y reincorporar a los 11 despedidos. En esta oportunidad el paro convocado por los delegados de los trabajadores tercerizados y la presencia de varios medios obligó a la empresa a retroceder, pero no lo suficiente como para garantizar la estabilidad de los puestos de las casi 2000 personas que la empresa tiene contratadas en dos edificios en la Capital.
La condición laboral de los teleoperadores de las distintas empresas en todo el país es sumamente precaria. Deben soportar extenuantes jornadas con altos riesgos para la salud, no tienen la protección adecuada porque están encuadrados en el Sindicato de Comercio, cuando deberían estar bajo el convenio de telefónicos y no hay aprobada una ley laboral específica. Para colmo de males son el principal recurso de una industria golondrina.
En 2009, el Grupo Teleperformance facturó 2600 millones de dólares, pero como todas las empresas del sector su comportamiento está determinado por una lógica perversa: si hay algún país donde se pueda pagar menos, el empleo esté menos regulado y los sindicatos sean más débiles, entonces nos mudamos. Según palabras de Nicolás Kokaly, presidente de la Asociación de Empresas de Callcenter de Chile (ACEC), “las decisiones de trasladarse parten por un tema de precio. Por ejemplo, en Perú el costo laboral es bajísimo. Aquí tenemos un ingreso mínimo de US$300 y allá es de US$200. Además, su economía va creciendo a un ritmo muy acelerado comparado con otros países de América Latina y existe un gran desempleo informal. Por lo tanto, la mano de obra es muy barata y es mucha”[1]. En Chile ya se perdieron por las migraciones empresarias a Perú y Colombia 4.500 empleos, según informa Tamara Muñoz, la presidenta de Federación de Trabajadores de Callcenter (Fetracall). Para estas empresas es sencillo moverse: no poseen gran infraestructura y el fuerte de su inversión está en la mano de obra. Eso facilita ampliamente la apertura de nuevas operaciones en otros países. El problema es que dejan un tendal de desempleados a su paso.
En Argentina también estas empresas tienen la costumbre de hacer contrataciones masivas de personal para despedirlos igual de masivamente cuando las campañas de atención se cierran. Si bien Teleperformance no ha cerrado sus oficinas en el país, la reducción sostenida de personal durante el último año pareciera imitar la tendencia chilena.
Mientras los trabajadores hacen equilibrio para sostener sus empleos y tratan de sobrevivir a condiciones laborales insalubres, descansa en algún cajón del Congreso el Proyecto de Ley para la creación de un Régimen laboral especial básico del Teleoperador. Elaborado por el diputado nacional Miguel Bonasso en 2005, reingresado en 2007 y nuevamente el 19 de noviembre del 2010, fue girado a las comisiones de legislación del trabajo, comunicaciones e informática y previsión y seguridad social. Cuenta con las firmas de las diputadas del Movimiento Proyecto Sur Cecilia Merchán y Victoria Donda pero hasta ahora no se ha tratado en comisión.
El proyecto contempla los riesgos generados por una elevada exigencia de la visión, audición y atención de los trabajadores que pueden sufrir patologías como pérdida de la sensibilidad auditiva, fatiga mental, estrés, dolor de cabeza, saturación psíquica o irritabilidad. Por eso se estipula un máximo de 6 horas de trabajo, no más de cinco días a la semana, descansos y condiciones ambientales adecuadas. Como bien sostiene Bonasso en la fundamentación del proyecto “el avance tecnológico fue utilizado durante muchos años para flexibilizar y "agilizar" a los trabajadores en tareas que ya de por sí eran insalubres; las premisas del avance tecnológico no pueden sostenerse por más tiempo como un "determinismo técnico" que inevitablemente se impone a los/as trabajadores/as. La persona que se desempeña como teleoperador/a debe dejar de ser considerado/a como un simple anexo de la computadora.”
Tan lógico como pretender no terminar sordo lo es exigir ser representado por un sindicato afín a las tareas que realizan los trabajadores y estar incluido en el convenio colectivo adecuado. Pero una vez más la burocracia sindical solo entiende la lógica del poder y el Sindicato de Empleados de Comercio es un pulpo con muchos tentáculos que se extienden también en estas aguas. Sin embargo contra la corriente han ido los trabajadores de Teleperformance, que a lo largo de 2010 lograron reunirse y organizarse, forzaron la convocatoria a elecciones de delegados y el 15 de diciembre con la lista 2 TP Reclamos le ganaron a la lista 1, que responde al sindicato. Frente a la movilización de los trabajadores la reacción de la empresa no se hizo esperar y apareció con una estrategia de desarme del personal y despidos adoctrinadores. Con mar picado habrá entonces que unirse y remar con más fuerza, esperando que los vientos legislativos y sindicales acompañen.
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