La realidad de las internas presidenciales: una imposición solo para el placer y beneficio de la corporación política.
Mario Mazzitelli, Secretario general del Partido Socialista Auténtico (PSA) en Proyecto Sur.
Nuestra originalidad no tiene límites. Sin tantos premios Nobel podemos enorgullecernos de realizaciones sorprendentes. Dificil me resultará agregar algún comentario al riquísimo dulce de leche. Util en repostería, ideal para acompañar al pan con manteca en el desayuno y hasta para comer una cucharadita sin otro objeto que el de deleitar el paladar. El colectivo esta tan indisolublemente ligado al paisaje urbano y tan difundido por todo el país, que cuando nos encontramos en un pueblo chiquito de la Argentina sentimos que algo falta y a no dudarlo es el gigante de la calle que brilla por su ausencia. Desde arriba con su magnánime prepotencia o desde abajo evitando que nos pase por encima, su utilidad se difundió por doquier. Más allá de los derechos de autor, que en algunos casos nos disputamos con los hermanos uruguayos, estamos orgullosos de nuestra inventiva.
En otro orden está la cuestión de las tres vueltas que debemos dar para elegir un presidente. Si antes no nos hemos mareado algo podemos decir al respecto. El balotaje o ballotage, la llamada 2º vuelta, es una institución que nace por primera vez en 1852 con la instauración del Segundo Imperio de Napoleón III. En la Argentina, en cambio, durante la etapa de Menem I, se tomó este principio de segunda vuelta pero adaptándolo al paladar criollo. Con gusto a Pacto de Olivos se evitó el requisito del 50% de los votos y se lo redujo a un 45%. De esta manera, a diferencia de Francia, evitábamos ir a la fatigosa 2º vuelta. También "para eludirla" inventamos el curioso procedimiento que con tan solo alcanzar los 40 puntos y no teniendo un inmediato perseguidor a menos de 10 le dábamos por ganada la carrera al primero. Algo así como terminar un partido de futbol a los 60 minutos porque la diferencia parece i-remontable y de esta manera podemos volver más temprano a casa.
Ahora bien, lo que parecía querernos ahorrar por un lado, resulta en exceso con la invención de las internas o 3º vuelta. Así aparece subrepticiamente "la invención" de la que no queremos hacer alarde por ahora, aunque suponemos que en el futuro todos los países la adoptarán. Sobre todo aquellos a los que les sobren los recursos y esos días no tengan nada más interesante para hacer. Para que no se menoscabe su magnitud en lugar de "internas" las llamamos "primarias". Al estilo yanqui. Y no las hacemos porque son necesarias. Las hacemos porque son obligatorias. ¿obligatorias? ¿internas obligatorias? Si.
Para los que no entienden el invento va una aclaración. Para nuestros bomberos es obligación apagar el fuego allí donde se produzca. La particularidad del caso es que ellos nos van a manguerear la casa con sus poderosas motobombas incluso cuando no tengamos ningún fuego encendido en nuestro hogar. Será preventivo. Por las dudas. Y naturalmente nosotros deberemos hacernos cargo del costo de los destrozos que producirá el agua. Pero por más inútil y costoso que resulte el procedimiento los bomberos no tendrán alternativa, porque es obligatorio.
A cuatro días de la inscripción de las fórmulas presidenciables el próximo sábado 25 de junio de 2011, estoy en condiciones de afirmar que Cristina Kirchner, Ricardo Alfonsín, Alcira Argumedo, Jorge Altamira, Eduardo Duhalde, Hermes Binner, Alberto Rodríguez Saa resultarán ganadores en cada una de sus internas.
Momento. Parece que alguien utilizando las más modernas tecnologías está siguiendo mis letras e interfiere con un comentario descomedido. La observación, no obstante, no deja de sorprenderme. Se las comento. Dice que el invento de la 3º vuelta no resultará por aburrido. ¿Para que voy a ir a votar cuando el resultado está cantado? Pero, le contesto: amigo ese no es el tema. ¿Cuántas cosas aunque aburridas debemos hacer por obligación? Sigamos por favor.
Aquí la diferencia de fondo entre el dulce de leche y el colectivo por un lado y las internas obligatorias por otro, es que los primeros son una invención del pueblo para su nutrición, placer y beneficio y las internas, en cambio, son una imposición solo para el placer y beneficio de la corporación política.
Por eso este invento que nació con el gobierno de Fernando De La Rua y que fue suspendido en su aplicación tanto por Duhalde como por Kirchner hasta que este último lo derogó por inútil en diciembre de 2006, y restauró en 2009 tras la derrota electoral del 28 de junio de aquel año; no resulta al paladar de la gente y nadie está entusiasmado por participar de un juego cuyo resultado está puesto de antemano.
El riesgo en la ocasión puede medirse por los cientos de millones de pesos que van a gastarse sin beneficio de inventario pudiendo destinarse esos fondos a salud, eduación y viviendas. Pero tiene otro perfil que viene al caso mencionarlo: del ridículo no se vuelve. Y estas primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, por lo menos en esta oportunidad; resultan ridiculas.
Mirarse el ombligo no está mal. Por lo menos en nuestro país donde los políticos resultamos de una auto-referencialidad excesiva. Pero perder de vista los problemas, las urgencias y hasta los dramas que vive nuestro pueblo para concentrar todas las energías en torno a las internas, resulta imperdonable.
Correspondería a los candidatos evaluar como estadistas el sentido de erogar enormes recursos del Estado y movilizar al conjunto de la sociedad civil para conjurar estas internas inexistentes. Ganarán, sin duda, autoridad moral ante la población si en forma conjunta deciden suspender su aplicación.
Nuestras creaciones e invenciones no siempre resultan las más apropiadas. Sobreviven en el pueblo aquellas que valen la pena. Y en otros casos, quizas como con estas líneas o estas internas, como decía el viejo barbudo: su mejor destino es el baúl de los trastos viejos.
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