La diputada de Proyecto Sur-UNEN analiza la gestión macrista en el hospital Garrahan de la CABA.
Se afirma con razón, que el diseño de un presupuesto -municipal, provincial o nacional- es la expresión más clara de la orientación político-ideológica del gobierno que lo presenta. Es sabido que los presupuestos pueden dibujarse y que existen discursos, consignas, propagandas, relatos y panfletos; pero a la hora de la hora la distribución de los fondos públicos es la clave para caracterizar la verdadera concepción del mundo de una gestión. El tema de la muy difundida relación inicial entre Elisa Carrió y Mauricio Macri ha sido simbólico: el Hospital de Niños Dr. Juan Garrahan. Siguiendo sus proclamadas inspiraciones sociales, ya en el Presupuesto 2014 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Jefe de Gobierno disminuyó los fondos destinados a Salud, Educación y Vivienda en proporciones que rondaban entre el 3% y el 5%, mientras se incrementaban en un 40% los destinados a publicidad oficial y en otro 40% los subsidios a las privatizadas, en especial la empresa de subterráneos, que además aumentó el precio de los pasajes. Considerando que la inflación del 2014 ronda el 40%, es fácil evaluar a quién se beneficia y a quién se perjudica: la publicidad y las privatizadas quedaron cubiertas; pero en términos reales las áreas sociales fueron afectadas por una caída de sus recursos de un 43% o un 45%, por inflación más disminución de presupuesto.
El rubro Salud de la CABA incluye tres hospitales de niños: el mencionado Garrahan, el Hospital General de Niños Ricardo Gutiérrez y el Hospital General de Niños Pedro Elizalde (ex Casa Cuna). Sin mencionar la situación de estos dos últimos -que no es precisamente brillante- los médicos del Garrahan están preocupados por el cierre de una sala para niños de 3 años internados en esa institución y agregan que el presupuesto que aporta el gobierno porteño fue rebajado para el año 2015 en más de $100 millones: si a ello se suma la petición de un incremento en los recursos -afectados por la caída de un 45% en términos reales en 2014- la carencia prevista ronda los $270 millones. Eso sí, la publicidad oficial está nuevamente resguardada por el incremento estimado del presupuesto para el año próximo; las cifras son elocuentes: por ejemplo, se destinan $760.000.000 a publicidad oficial y sólo $20.500.000 a equipamiento hospitalario. El reiterado fundamento de Mauricio Macri para su política de salud pública infantil es que una parte importante de los niños que concurren a estos hospitales provienen de la provincia de Buenos Aires: como Scioli se los tira a él, él no está dispuesto a poner fondos para recibirlos.
La crisis de la salud pública se arrastra en nuestro país desde hace más de dos décadas, cuando los procesos de precarización laboral y el desempleo dejaron a una proporción cada vez más importante de la población sin cobertura social. Si en 1970 concurrían a los hospitales públicos no más de un 15% de las familias, en la actualidad cerca del 50% de la población activa está en negro o desocupada y, en consecuencia, carece del respaldo de una obra social; situación que afecta al 75% de los trabajadores entre 18 y 29 años: entre ellos se encuentra una parte mayor de los padres jóvenes que deben atender a sus hijos en hospitales de niños. El aumento considerable de esta demanda en el sector público, de ninguna manera fue compensado por un incremento proporcional de los fondos destinados a cubrirla; de allí la constante carencia de infraestructura e insumos que, junto a los bajos salarios de médicos, enfermeras y personal de apoyo, ponen en serio riesgo la capacidad de atención eficiente de la salud para los sectores de menores recursos -entre ellos, los niños- más allá de la vocación y el reconocido empeño de los profesionales.
Ya sabemos que muchos funcionarios no necesitan recurrir a los hospitales públicos; para ellos y sus familias está la medicina privada. Nos preguntamos si alguna vez el Jefe de Gobierno de la Ciudad intentó pensar qué pueden sentir padres desesperados que llegan con su hijo enfermo a un hospital que los rechaza, porque no son del distrito Capital. Y si fueran de este distrito no pueden atenderlos, ya que se cerró una sala de internación o se carece de insumos debido a la disminución de los fondos, en tanto el gobierno de la CABA decide destinarlos a la publicidad oficial: toda una definición ideológica de Mauricio Macri y el PRO. Por qué no pensar que, para esta concepción, dejar morir a chicos pobres enfermos por falta de recursos para tratarlos como corresponde, es también una forma de disminuir la pobreza: lo que se denomina “límite moral infranqueable”.
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